*De un tal Winston Churchill. “La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez”. Camelot.

CUANDO MEJOR ESTABAMOS

Cuando México mejor la pasaba, con conflictos políticos pero sin cosas serias, derrumbando congresistamente a un Fiscalkarnal; cuando le habíamos tendido la mano a Estados Unidos, algo para Ripley, porque nunca un David puede darle a un Goliat, como siempre lo hemos hecho en el mundo; cuando Peña y Videgaray anunciaron que apoyarían a Texas y a los hermanos estadounidenses, que en desgracia habían caído, se nos apareció un temblor duro, durísimo, que por el momento nos pareció sin daño, pero viendo a los días creó muerte (96 personas) y destrucción y en aquel entonces, como lo hicimos cuando Vicente Fox y el huracán Katrina en Nueva Orleans, ya no dimos, retiramos los apoyos. Había que ir por los nuestros. Luego en Veracruz al gobernador Yunes se le aparecieron unos locochones tontos, que fueron con logos azules a brindar ayuda ayunizante, y el mundo veracruzano tronó, mientras él mismo los desdijo y casi maldijo, pues en noticiero de XEU habló que llevaba varios días sin dormir, atendiendo a los paisanos que el agua les había subido y les dejó muchas viviendas dañadas, se nos aparecieron los infortunios. Debo decir, sin afán de defenderlo, sé que él se defiende solo, que Yunes Linares ha puesto el mejor y mayor desempeño en atacar a la delincuencia, y que se acuartela en momentos difíciles, como este de las lluvias, porque así ha sido siempre, trabaja a la intemperie y a veces le mete al día 25 horas que no las tiene el reloj de los infortunios. Le tocó lidiar con tiempos muy difíciles, ‘haiga sido como haiga sido’, y uno lo mejor que debe hacer desde sus trincheras es apoyarnos para sacar esta emergencia que ahora llegó. Rogar a la Naturaleza que se apiade de nosotros, porque anda brava esta cosa de los ciclones y los huracanes, y que Dios nos agarre confesados, pero también sé que saldremos adelante, Veracruz es fuerte y su gente solidaria, y quienes llevaron ayuda brincándose las trancas de lo elemental, han sido despedidos, cesados. Primero fue: ‘Yunete’, más tarde: ‘Huyete’. Que así sea.

PERO QUE NECESIDAD

Qué necesidad tuvo el gobierno de México de expulsar al embajador norcoreano. En las redes sociales al presidente y al secretario de Relaciones les han tundido duro, durísimo. Mas armas para el locochón Maduro, que ya de por sí llama Lacayo de Trump al presidente de México. Trump y el gordis norcoreano, los dos están bien pachecos, qué tenía que meterse México en esos arguendes. Ufff. Se asemejó a aquel incidente de Echeverría, cuando en su gobierno vía el secretario Roel, de Relaciones Exteriores, quería arreglar el conflicto de los judíos con los árabes, que nomás tenía dos mil años de guerras. Nos metieron un boicot los judíos, que por poco vendemos la patria. Ufffff.

EL VIEJO Y SU SOMBRERO

Era un viejo como el de Hemingway, en su señero libro, el Viejo y el mar: “Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos, en ellos resplandecía un brillo de resistencia y desafío”. Salía de mi hotel en Reforma, y allí estaba, acampando, sombrero de palma todo agujerado, roído, roto, una chamarra vaquera y una barba tipo piocha, blanca como la de Trotsky, mirada triste. Acampaba en una casa de campaña de plástico, como las que se llevan cuando uno va a excursionar. Me acerqué y platiqué, expuso su caso. Sucede que los malosos de Sedatu, el gobierno federal, no le regularizan algunas de sus tierras y de allí que, frente a sus narices, esté día y noche acampando como un vigilante nocturno. “Anoche llovió y me mojé”, se quejó. “Pero ya conseguí mas cartones”. Tiene una charola de plástico al suelo donde recibe algunas monedas, para su comida diaria. En el diario caminar de la gente en Reforma, la afamada calle, este hombre ahí pasa día y noche. Han tratado de convencerle los funcionarios menores, pero lo único que le ofrecen es un pasaje de regreso a su tierra, Oaxaca, de donde es. Se llama Alejo, pero pudo llamarse Rodrigo, como el pescador personaje de Hemingway. Son las estampas de ese México del que los poderosos gobiernos cierran los ojos ante las injusticias. Le vi unas tres ocasiones, cada que pasaba le dejaba para su comida o su cena. Allí debe estar aún. Impasible, sin perturbarse, total, su pobreza ya la carga encima y vive con ella. En espera de una solución.

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