«Alejado del bullicio y de las luces, lució siempre auténtico, rompiendo esquemas y paradigmas, de que a los otros se les habla de frente y siempre con la verdad. Directo y sin ambages, pero con la sutileza del decir sin herir y de hablar con la voz más suave posible y en ocasiones el ceño demostró el estado de aleta para escuchar y sentir al de enfrente, como si se tratara de si mismo. Pensador inobjetable, creativo al más alto nivel y espiritual siempre. Gracias Javier Robles Barajas por todos estos años, más de treinta por tu amistad y hermandad, tejiendo siempre tu gran legado de amor a todo lo que te rodeó». Es parte de lo que escribe Raúl López en su «Cosmovisión»