Las sociedades resilientes son aquellas que tienen la capacidad de prepararse, adaptarse y recuperarse ante la proximidad –inminencia- de una crisis determinada provocada por desastres naturales, incendios, terremotos, inundaciones, cambios climáticos y los problemas derivados de ciertos sistemas y equipamiento urbano como agua potable, drenaje, alcantarillado, energía eléctrica, suministro de gas y combustible para automóviles, servicio de limpia pública, colapsos viales, abasto popular y transporte.
Para ello, es una condición necesaria que la sociedad esté organizada, informada, y existan vasos comunicantes a nivel vecinal. Es preciso que los ciudadanos, identifiquen a su jefe de manzana, a sus vecinos, que tengan teléfonos, identificados vehículos automotrices y que haya una razonable cercanía y reconocimiento vecinal, de saludo cuando menos. Ahí está la clave del principio de una buena organización vecinal, el reconocimiento vecinal.
Hay que tomar en cuenta que la protección civil comienza en la casa propia y con el vecino del al lado, enseguida, en la calle, en la cuadra, en la manzana y después en la colonia, y en las vías primarias y secundarias contiguas al domicilio particular familiar. Por ello es importante que tengamos detectadas las fortalezas, debilidades y amenazas del espacio urbano en el que uno vive e, inclusive, en donde trabaja. Igual es importante tomar en cuenta que las condiciones cambian radicalmente si uno habita o es vecino de un condominio o multifamiliar por lo que la identificación de zonas de seguridad, rutas de evacuación y accesos y salidas viales son imprescindibles para todos. En los multifamiliares la organización debe hacer posible que en todos los módulos de vigilancia haya extinguidores de polvo químico.
Por supuesto que en todo este esquema es imprescindible que haya una autoridad local asertiva, preparada, que tenga la capacidad para enfrentar emergencias calculadas, atípicas e imprevistas. El cálculo y la gestión del riesgo (planeación) son muy importantes, pero hay veces que ante la magnitud de la emergencia lo único que queda es la protección civil, poner a salvo a la población, ubicarla en refugios temporales con todos los servicios y suministros que el caso amerite. Quiero aprovechar este breve espacio para hacer un reconocimiento al alcalde de la ciudad, Américo Zúñiga Martínez, que ante el fuerte temporal con lluvias atípicas que se presentó en Xalapa hace unos días, combinadas con la irrupción del que en principio no parecía ser un tan terrible sismo.
Américo se vio como un alcalde que está en lo suyo, ocupado más que preocupado, actuando, involucrado, responsable, asistiendo, asumiendo, suministrando, proveyendo, ordenando, coordinando. Felicidades a él y a su equipo y a la población xalapeña que vio afectada y que colaboró incondicionalmente.
Una última cosa. Recordando aquellas épocas en las que estuve tocando puertas para que se abriera una opción académica en la Universidad Veracruzana con especialidad en protección civil –uy, cómo le rogué a mi amigo Ricardo Corzo en las épocas en las que fue secretario académico de la U.V., hay veces que el academicismo empobrece, lo bueno es que era mi amigo, nunca apoyó la propuesta-, finalmente cuando era rector el Doctor Raúl Arias Lovillo le dio entrada a mi propuesta. Una de las autoridades académicas con la que me entrevisté en primera instancia fue el Ing. Luis Miguel Reyes Grajales, a la sazón director general del área técnica de ingenierías de la U.V.
La verdad es que a pesar de no ser un mal tipo, siempre me vio con desconfianza, siempre que me entrevistaba con él había en su mirada el reojo de quien te mira y se pregunta para sus adentros: “¿y este canijo qué se traerá entre dientes?”, total que el hombre no se aguantó y un buen día me habla a mi celular y que me pregunta: “Oiga maestro, ¿le puedo hacer una pregunta?, -por supuesto ingeniero Reyes Grajales-, para inmediatamente decirme: “¿qué se trae usted entre manos, qué anda buscando con su propuesta?”, -bueno, mire ingeniero, en primer lugar tengo el interés legítimo de que la U.V., funde una opción académica que va a ser de mucha utilidad a la sociedad, en segundo lugar, quiero ser el fundador y ser reconocido como el promotor principal y, en tercer lugar, eventualmente quisiera ser su primer director y maestro también, por supuesto, ¿hay algún problema?, “no, nada más quería saber qué motivaciones lo movían a usted, nada más”.
Después de esa breve plática fue entonces que entendí lo que habrán sentido en el siglo XVII los precursores de la astronomía Giordano Bruno y Galileo Galilei con sus teorías sobre el cosmos y el universo, por supuesto, guardando las distancias y las proporciones debidas.
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@marcogonzalezga