Por: Marco Aurelio González Gama(*)
Por supuesto que cuando presenté la propuesta para crear la especialidad académica –de nivel superior- a la Secretaría de Educación Pública del Gobierno Federal, esto en el año de 2007, lo hacía no porque se me hubiera ocurrido de la nada. Yo tenía años, dos o tres, de que le venía dando seguimiento a la Escuela Nacional de Protección Civil (ENPC) del Gobierno de España, que es una institución educativa dependiente del Ministerio del Interior de aquel país, dedicada a la formación de Técnicos Superiores Universitarios.
En aquellos años empecé a estudiar la experiencia educativa de esa institución, la ENPC, en internet están disponibles sus objetivos, misión, visión, cursos que ofrece y los programas educativos que están disponibles, con diferentes vertientes de estudio especializado en donde los españoles se han convertido en verdaderos especialistas junto con los japoneses e israelíes, a saber, sabotaje y terrorismo, sismos (seísmos como les llaman en la península), tsunami o maremotos y combate a incendios forestales.
Empecé a trabajar entonces una propuesta para nuestro país, considerando para ello que, al revés de como ocurre normalmente en el mundo del conocimiento, de la ciencia y de la academia, en donde estos comparte el conocimiento y la experiencia pedagógica a los gobiernos, en este caso en particular era exactamente al revés, es decir, las instituciones gubernamentales le iban a enseñar de su experiencia a la academia. ¿Por qué?, porque aunque si bien todavía nos falta mucho por hacer y aprender en el campo de la protección civil y de la gestión de riesgos, el gobierno en México y muchos gobiernos en el mundo han avanzado mucho a nivel institucional en dichos campos, por ejemplo, existe un marco normativo a nivel nacional y estatal, el Sistema Nacional de Protección Civil, el Plan DNIII, la Coordinación Nacional de Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED). Es decir, no se parte de ceros.
Estamos en pañales pero no tanto, lo que se necesita son técnicos especialistas y profesionales de la protección civil, que sepan actuar en el terreno de los hechos, atender emergencias, rifársele en medio del colapso, por supuesto, preparados para actuar en los tres momentos de la emergencia: antes, durante el evento y después. Pero en el caso de mi propuesta, misma que en diferentes momentos presenté a la Universidad Veracruzana, al Gobierno del Estado de Veracruz, a la Universidad Iberoamericana, al Gobierno del Estado de Puebla y al Gobierno Federal, hay un ingrediente especial que apunta a hacer de la población de México un componente social proactivo para enfrentar un desastre o emergencia, cualquiera, esto es, que todos, me refiero a adultos, tuviéramos la preparación en 4 aspectos cuando menos:
1. Saber aplicar la técnica de Heimlich (desatorar un objeto que obstruya el paso del aire por tracto faringe, laringe, tráquea)
2. Saber tomar la presión sanguínea (arterial) con esfigmomanómetro y estetoscopio.
3. Saber aplicar una inyección hipodérmica vía intramuscular en nalga o brazo (no intravenosa).
4. Saber aplicar la técnica de reanimación cardiopulmonar (RCP), que es un procedimiento de emergencia para salvar vidas que se utiliza cuando una persona ha dejado de respirar y el corazón ha dejado de latir.
El día que todos los mexicanos adultos tengamos como parte de nuestra educación normal para la vida el dominio de estas cuatro técnicas básicas, estoy seguro que otro gallo le puede cantar a este país. Somos muy frágiles, pero por algo tenemos que empezar.
¿Será muy difícil aprenderlas?

(*) Candidato postulado al Premio Nacional de Protección Civil 2017
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@marcogonzalezga