*“Gregorio, Mijo, no te rindas, acá estamos todos afuera, esperándote, todos están bien. Tu esposa, mamá y hermanos, no te rindas”. Grito de Karina, una mujer que por un altavoz hablaba a su hermano, sepultado entre los escombros y suponiéndose con vida.

*“Estoy bajo una mesa muy fuerte”. Frida Sofía a sus rescatistas. Tres de esos niños lograron refugiarse bajo la mesa de granito con patas de herrería, que los protegió. Camelot

EN BUSCA DE FRIDA SOFIA

El clamor y los ruegos son generales. Todo México y buena parte del mundo estamos alertas al rescate de la niña Frida Sofía, de la que dicen algunos no es su nombre, pero ya fue bautizada así, por todos los mexicanos que imploran su regreso, rescatarla entre los escombros, donde vive sepultada desde el día 19.

Vivo pegado a Televisa, día y noche nos da la madrugada en ese ruego. La empresa número uno de comunicación alistó a sus mejores mujeres y hombres y nos informa minuto a minuto. Toda una revelación, Danielle Dhiturbide, mujer que ha estado sin dormir frente al colegio Rébsamen, escuela cuyo nombre se dio a Enrique Conrado Rébsamen Egloff, un educador mexicano nacido en Suiza (8 de febrero de 1857, Kreuzlingen, Suiza), cuyas reformas educativas influyeron de manera decisiva en el sistema educativo actual de México, el famoso método Rébsamen, profesor que murió en nuestra bella Xalapa (8 de abril de 1904). Una escuela con nombre de tragedia. Donde la muerte llegó convertida en temblor. Los puños cerrados en alto, son símbolos del callarse, del guardar silencio para encontrar vida.

Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública, se acuarteló en esa Zona Cero y de allí no ha salido. Hasta que se rescate con vida a las niñas. Desvelado, en chamarra por el frío y lluvia que llegó, se convirtió en un secretario a la altura de la tragedia. Y cada muerte es una historia, que seguro alguien escribirá, como aquella ‘Voces del temblor’, de la gran Elena Poniatowska. Nada ni nadie serán nunca más los mismos, escribió la galardonada escritora.

Muchos héroes en esa Zona Cero. Muchos civiles, muchos topos, muchos marinos y soldados mexicanos, perros rastreadores, la tecnología de punta con scaners donde se traspasa el cemento, para encontrar vida.

Comienzan a aparecer los videos, las redes sociales operan al mil. Xochimilco, moviendo las chalupas en el agua como si fueran barquitos de papel. Daño en muchos sitios. El ojo se concentra en la capital, pero hay mas daño en Morelos. El país sumido en una desgracia, y los diputados de Emilio Gamboa Patrón cenaban en Polanco, mientras los mexicanos acarreaban cubetas con escombros, buscando vida, buscando esperanza. Las familias en pleno llanto al pie de los edificios colapsados, como nudos de cartones arrugados. Escenas que vimos en otro temblor, de un mismo día septembrino, pero de otro maldito año.

LA SOLIDARIDAD DE LOS MEXICANOS

México es fuerte y la solidaridad llega. El mundo nos envía ayuda. Llegan los israelíes, expertos en encontrar vida en los escombros. El Papa, un pésame y sus oraciones, que son bienvenidas. Centros de acopio en todo México, en Orizaba la gente entrega apoyos. Siempre solidarios. Dios no volteó a otro lado mientras moría gente, volteó a rescatar a los que están vivos. La numeralia crece a 250 muertos, pero en México hay rescatados con vida. Unos por unos. Oh esa muerte y desgracia. Esa muerte que va vestida de cemento, que sepultó a los nuestros, la muerte está en todos lados, en esa escuela, en las oficinas de edificios que cayeron, viste la muerte las alcobas de gente que descansaba, viste la muerte a quienes no alcanzaron a salir a tiempo. Historia de esos niños que, antes que colapsara el edificio, hicieron un simulacro y por ese mismo simulacro pudieron salir cerca de 300, y solo quedar atrapados una treintena, entre ellas Frida Sofía.

Y enternece y entristece leer de los muertos, saber que son sacados en camillas con el cuerpo cubierto en sábana blanca, y alegra ver cuando sacan a algunas y las llevan con sus collarines a los hospitales. Escenas del día.

Cierro este espacio con un fragmento del poema La muerte, del gran Pablo Neruda: “La muerte está en los catres: en los colchones lentos, en las frazadas negras vive tendida, y de repente sopla: sopla un sonido oscuro que hincha sábanas, y hay camas navegando a un puerto en donde está esperando, vestida de almirante”.

Visítenos: www.gilbertohaazdiez.com