Ya saben que de vez en vez me gusta meterme en camisa de once varas, y cual villamelón, se mete a opinar de cosas que no domina como es en mi caso el fútbol. Lo acepto, jugué fútbol como muchas y muchos de ustedes mis amigas y amigos, tuve entrenadores en la secundaria y en la preparatoria que tampoco eran duchos en eso de enseñarle a uno esquemas tácticos y el mejor parado del equipo sobre el terreno de juego, si acaso el consabido 4-3-3, o sea cuatro defensas fijos, dos centrales y dos laterales, tres medios, uno retrasado (defensivo) y dos que armaban el juego ofensivo, y tres delanteros, dos que jugaban de extremos y un centro delantero que jugaba como el clásico “cazagol”.
En conclusión, del fútbol sólo sé que no se nada, para pronto. Ahora que tampoco soy un negado, he visto mucho fútbol, lo que no me hace un conocedor necesariamente, pero como que algo le entiendo a los nuevos esquemas tácticos que imperan en el llamado “juego del hombre”, desde que el holandés Rinus Michels dirigió a la selección holandesa en el Mundial de Alemania 1974, en donde los de la “Naranja Mecánica”, un equipazo, disputaron y perdieron dignamente el partido de la final ante el equipo anfitrión. Pero ese equipo holandés de Johan Cruyff, Rensenbrink, Jongbloed y Neeskens, entre otros, pasaría a la historia como la oncena que revolucionó al balompié con el llamado “fútbol total”, en donde los once defendían y los once atacaban.
Y lo anterior lo traigo a colación porque hacía tiempo que no estaba pendiente de la selección mexicana, la medianía del hexagonal no amerita que pierda uno el tiempo viendo sendas expresiones del fútbol tan mediocre que se practica en la zona de Concacaf. Y el del pasado jueves ante Trinidad y Tobago menos lo merecía, sobre todo porque los mexicanos ya aseguraron su pase al Mundial de Rusia, pero había que estar atentos porque se les rindió un merecido homenaje a las fuerzas armadas del país y a los héroes del sismo del 19 de septiembre pasado, los perros rescatistas, con la labrador Frida por delante.
Total que los trinitarios se pusieron adelante en el marcador al minuto 65 de la segunda parte y la selección no daba una. Así se fueron hasta el 77, en donde el Chucky Lozano empato el juego gracias a una jugada más o menos elaborada, Layún se sumó al ataque, mandó un centro que Javier Hernández no aprovecho, le cayó a Lozano y éste la metió, anda en su momento el del PSV Eindhoven. Después, al 89 el Tecate desbordó por la banda, metió el centro, el arquero enemigo rechazó, la pelota quedó viva cosa que aprovechó el Chícharo para meterla con un cabezazo certero. Finalmente Héctor Herrera cerró el marcador al minuto 93 con un potente tiro de castigo desde fuera del área para que el partido quedar 3 a 1.
Total, que México jugó basura durante 77 minutos, el equipo se veía descoordinado, a veces lento, errático en la defensa y con los trinitarios jugándoles al tú por tu. Solo se necesitaron 16 minutos para que el equipo empatara y le diera la vuelta, pero esto no gracias al esquema táctico de Osorio, más bien por las individualidades de algunos de sus jugadores que están muy por encima de las locuras y experimentos del locuaz Juan Carlos Osorio, que cree que el fútbol es como una ciencia y está empeñado en buscarle mangas al chaleco o tres pies al gato, o lo que encuentre primero.
Yo no sé de fútbol insisto, pero no se trata de ser un conocedor para darse cuenta del fraude que significa el colombiano. Ya aseguró México lugar en Rusia y la historia va a ser la de siempre, con los “equipos chicos” es probable que saque buenos resultados, la cosa está cuando se enfrenten a alguna potencia, ahí va a ser cuando la puerca tuerza el rabo. La verdad es que no le auguro mucho éxito al combinado tricolor. Osorio es un tipo necio, locuaz, que no juega para que la selección sea eficiente, luzca y guste a la vez, el tipo juega para demostrar que sus teorías y forma de ver el juego funcionan y que con ello va a sentar nuevos paradigmas futboleros como Rinus en el 74. Está perdido el hombre.
Qué pena porque estoy convencido de que esta generación de futbolistas es la mejor materia prima que México ha tenido en muchos años, y no precisamente porque la gran mayoría de ellos juegue en el extranjero, pero el Chícharo es un indiscutible goleador que ya dejó atrás a Jared y a Hermosillo y, como va, está en camino de imponer una marca goleadora en la selección que será difícil de romper. Pero ahí está Guardado, fino mediocampista, efectivo pasador, y Vela, y el Tecate, y los hermanos Dos Santos, y HH, y Moreno, y el Chucky… No es un equipo como para campeón del mundo, pero sí es un equipo como para pelear de tú a tú con cualquiera
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@marcogonzalezga