Civilización, barbarie y moral

Más allá de quien los desestime por factores ideológicos y filiaciones políticas, es innegable el gran desarrollo que han obtenido los Estados Unidos de América. Es algo inocultable, se palpa en cualquier ámbito o actividad, la que usted quiera medir. Y no se trata de un decreto personal o falsa creencia, pero los EUA es un país dominante en muchos campos del conocimiento, grandes generadores de cultura y de avances tecnológicos, sobre todo en los de las llamadas tecnologías de la información y la comunicación, las también conocidas como T.I.C. (Facebook y Twiter).

En lo particular me llama la atención su liderazgo en computación, en telefonía celular, sobre todo en equipos, los más avanzados como los de Apple, en tecnología aeroespacial, por supuesto en la música y en el cine, y la producción y reproducción del conocimiento en sus centros educativos de enseñanza superior, incluida la investigación científica, no hace más que confirmar la percepción que estoy compartiendo con todos ustedes. Los EUA son un gigante en muchos aspectos, por más que queramos restar méritos a lo que han logrado nuestros vecinos del norte, son dominantes en ramas como la educativa, mantienen una hegemonía armamentista –que no es algo que puedan presumir- y en la carrera aeroespacial siguen estando por arriba de cualquier otro país.

Son la máxima expresión de la civilización del hombre llevada a su forma más acabada. No obstante, a la par de este innegable liderazgo mundial, los Estados Unidos es un conglomerado social lleno de contradicciones, subsisten formas en su sociedad que los retrotraen casi casi a las épocas del ‘buen salvaje’, en donde ese ser semi primitivo merodeaba las estepas en una convivencia pacífica de y entre naturales hasta que surgieron los desequilibrios sociales que hicieron difícil la vida en sociedad, dando paso a la ley del más fuerte, al dominio del hombre por el hombre, a la ambición y al consecuente despertar de la perversión humana.

Lo anterior lo traigo a colación porque solo así se explica una distorsión como la que protagonizó un hombre, en apariencia normal, que fue capaz en una noche apacible cuando una multitud presenciaba despreocupadamente un concierto de música country a las afueras del hotel Mandalay Bay, un lujoso hotel de más de 3 mil habitaciones, accionar a quemarropa cualquier cantidad de rifles de asalto contra esa multitud, cobrando la vida, hasta el momento, de 59 personas y dejando más de 500 heridos.

Cosas aparentemente inexplicables en el fondo tienen una explicación. Mire usted, los EUA es una sociedad puritana. Son liberales pero a la vez conservadores, son muy apegados a las tradiciones que les heredaron los primeros pioneros que sentaron sus reales en la costa atlántica. Por eso su apego al Día de Acción de Gracias, por eso su debilidad por todo aquello que los remite a aquellos primeros años cuando los ingleses emprendieron la gran aventura de colonizar el territorio norteamericano, de despojar a México de Texas, Nuevo México, Utah, Nevada y la Alta California, pasando por la conquista del oeste. Los EUA son todo menos un pueblo secular, son muy apegados a sus creencias religiosas, las practican con celo y una enorme disciplina. La ética protestante es una forma de vida, por ejemplo.

Pero traen en su ADN una proclividad natural por la violencia desde el nacimiento mismo de la nación. Se conmueven de la masacre de Las Vegas pero no tuvieron el menor empacho, sin la menor carga moral, de soltar dos poderosísimas bombas sobre Hiroshima y Nagasaki que acabaron en un santiamén con la vida de cientos de miles de vidas de japoneses inocentes, niños, mujeres, hombres, ancianos y toda forma de vida. Tampoco tienen el menor cargo de conciencia en reclutar y enviar a la guerra a una generación de jóvenes en el tránsito de la adolescencia a la adultez, sometidos a las formas más violentas de la guerra, muchos de los cuales regresan al país en una bolsa conteniendo algunos restos, eso en el mejor de los casos.

Soy un convencido de que lo que sucedió en Las Vegas es un riesgo calculado, es el costo que tiene que pagar una sociedad, la de mayor avance en terrenos como el de la tecnología, pero que sabe que tiene que pagar a cambio de seguir manteniendo su régimen de libertades, con la vida de 59 inocentes que no hacían otra cosa que escuchar un concierto de uno de los máximos ídolos de música country. En los EUA hay más tiendas de armas que farmacias, que supermercados y de escuelas. La doble moral, paradójicamente hablando, de ese gran país avanzado como ninguno.

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@marcogonzalezga