Ayer domingo, con 10 meses de retraso provocado por el gobierno, se celebraron en Venezuela las elecciones de las 23 gubernaturas que tiene el país. Antes de la jornada, en manos del partido del gobierno estaban 20 de éstas y de la oposición tres. Al cierre de la campaña, las encuestadoras más serias anunciaron que la oposición ganaría entre 13 y 18 de las mismas.
La jornada tuvo lugar dos meses después de las manifestaciones contra el presidente Maduro y las protestas por el golpe dado a la Asamblea Legislativa con la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente controlada por el gobierno y desconocida por la comunidad internacional. Entre mayo y agosto, en esos eventos, fueron asesinadas 125 personas. La mayoría a manos de cuerpos de seguridad del gobierno y paramilitares.
Al momento de escribir (6 de la tarde) la oposición, organizada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), gana más de la mitad de las 23 gubernaturas, según las encuestadoras reconocidas. Queda por definirse el número preciso, pero se adelanta que son entre 13 y 14. Es una victoria contundente que expresa el rechazo al gobierno de Maduro y el deseo que tiene la mayoría de la sociedad venezolana de poner fin a la fracasada revolución bolivariana. Habrá que ver si el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el gobierno, reconoce estos resultados que sin maniobras oficialistas pudieron haber sido más abultados.
La MUD se presentó a las elecciones a sabiendas de que las condiciones de las mismas eran muy desiguales y estaban diseñadas para beneficiar al partido del gobierno, pero decidió participar consciente que el descontento popular es enorme y eso le daba ventaja y podía ganar. Su análisis se comprobó. Eso es lo que ha sucedido. Hicieron buen uso del arma más poderosa que tienen para enfrentar al gobierno de Maduro, el voto popular.
El resultado de la elección fortalece al MUD y su proyecto de cara a las elecciones municipales que deben tener lugar en noviembre y a la presidencial en el 2018. Siempre y cuando las autoridades no alteren las fechas. El gobierno y su proyecto son cada día más débiles. Se hacen valer por la fuerza policial y militar, pero no por tener de su lado a la mayoría de la gente. Ésta ya no está con ellos. Lo estuvo en el pasado, en los tiempos que el barril del petróleo se vendía a 150 dólares.
De cara a la elección presidencial del próximo año, el resultado de ésta, que eligió a gobernadores, anuncia ya la derrota del partido en el gobierno y del candidato que éste ponga. Todo dice volverá a ser Maduro, pero los dirigentes chavistas podrían dar un golpe y desplazarlo ante su desprestigio y mala imagen en búsqueda de poner a un nuevo candidato, que pueda ofrecer más votos. Son tiempos donde es muy difícil revertir la opinión de la gran mayoría de los venezolanos. Ellos son los que van a decidir en las urnas.