«Hace unos meses fui al despacho de José Antonio Meade en Palacio Nacional, y luego de despedirme de él, en el pasillo le pregunté a una persona donde había un baño. Meade no había cerrado la puerta, oyó mi pregunta y me llamó. -Ven, pasa al mío. -No secretario, cómo crees, ahí adelante hay uno. Nos vemos. -Ven pasa al mío. Tú lo pagas con tus impuestos. Ese es Meade. La sencillez en persona. Y no es fingida». Lo comenta Pablo Hiriart en «El Financiero».