Por Ramón Durón Ruiz (+)
Ese sabio filósofo chino como fue Lao-Tsé, dijo: “Las palabras elegantes no son sinceras, las palabras sinceras no son elegantes.”
Para éste Filósofo la palabra tiene poder, es el camino del alma para que en tu vida seas capaz de construir paz o alegría o generar desorden y tristeza.
Las palabras no requieren de un entramado complicado para transmitir lo que desees, tan sólo se necesita que broten del manantial de tu alma, HOY cuida tus palabras… ¡con ellas construyes tu historia!
El mexicano tienen palabras que lo empoderan de la vida, como la palabra Madre: ¡Tiznó a su madre!, ¡No vale madre!, ¡Esta a toda madre!… ¡Vive case la madre!
La palabra chingar es otra de nuestras preferidas, dice el poeta: “Hay quienes chingan por chingones y hay quienes chingan por chingar”
Resulta que una monjita, inocente como un párvulo en sus juegos, se acerca a la Madre Superiora:
–– Disculpe Madre, pero ¿Qué quiere decir…la chingada?
–– ¿Por qué me preguntas eso hija? –intrigada inquiere la Madre Superiora
–– Ha de saber usted, que el domingo en el mercado escuche que una señora después de discutir con su esposo le decía: ¡Vete a la chingada!
La Madre superiora, –en fin sabia– para no intranquilizarla, le contesta:
–– Mira mijita es un lugar en la Sierra, inmensamente florido, inigualablemente hermoso, lleno de árboles con arroyo de aguas cristalinas… ¡es el paraíso en la Tierra!
Al día siguiente, después de la misa, el bien querido padre “Chuyo” desayuna con las monjitas.
–– Me siento muy cansado, –dice el pastor de las ovejas de Dios– a ratos me duele la cabeza, por las noches no puedo conciliar el sueño ¿No sé qué hacer?
–– ¡Oiga, padre!, –dice llena de ingenuidad la monjita– ¿Por qué no descansa y se va unos días a la chingada?
El brillante poeta veracruzano Felipe Matías Velasco, al hablar de chingar dice:
“Dizque el verbo ‘chingar’
es descendiente directa
¿En qué grado familiar?
tal vez su hija o su nieta.
Lo que si se con certeza
su lugar de nacimiento,
la considero de casa
pues nació aquí, en Sotavento.
Y se ha hecho tan famosa
que se oye en todo México,
y de manera exitosa
acrecentó nuestro léxico.
Del habitante cuanqueño
es alimento del día,
en voz de los lugareños
ya no suena a picardía.
Pues con ella engalanamos
nuestro lenguaje sin par,
así el ingenio aguzamos
y empezamos a ‘chingar’.
El que es bueno, es ‘chingón’,
así está clasificado,
el que es malo sin razón
ese es un vil ‘rechingado’.
Excelente es ‘chingonazo’
las tonterías son ´chinguetas´
un golpe es ‘chingadazo’
‘chinga y chinga’ es cantaleta.
‘Chingonería’ y ‘chingonada’
es algo de lo mejor,
si nos lleva ‘la chingada’
es cuando nos va peor.
Si diste… ¡pues ya ‘chingaste’!
pues él que pega ‘chingó’
pero si acaso perdiste
te ‘chingaron’ ¡sea por Dios!
Que mi verso es ‘chingolón’
¡Carambas! qué más quisiera
me llegó la inspiración
y escribí estas ‘chingaderas’.
La ‘chingada’ ¿Qué será?
cuando hay enojo o rencilla
toma el lugar de mamá
y a todos… ¡mandan con ella!
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