Voy a tocar un tema extremadamente delicado, requiere de apertura, espero no herir susceptibilidades.

Seguramente muchos de ustedes, estimadas lectoras y lectores, abran leído sobre los escándalos de acoso sexual, incluso de violencia, yo diría, de los que se acusó al reputado hasta hace poco magnate todopoderoso cinematográfico, Harvey Weinstein. De repente se desencadenaron una serie de acusaciones que lo evidenciaron como un verdadero depredador sexual, porque a cuanta actriz famosa o en busca de la fama, para acabar pronto, o se le insinuaba, la invitaba a tomar la copa a la habitación de un hotel, se le desnudaba o se bajaba la bragueta sin siquiera decir agua va, o ya de plano se le abalanzaba abusando de su poderío como uno de los gigantes de la producción cinematográfica de Hollywood.

La historia de acoso sexual de este enfermizo individuo es larga. Se habla de más de 200 féminas –la verdad es que es un número indeterminado, o sea, nadie sabe, nadie supo- a las que Weinstein quiso besar a la fuerza, en el menos grave por así decirlo de los casos, hasta otras a las que les tendió una emboscada con el menor pretexto para llevarlas a la cama. Evidentemente un tipo ruin e inescrupuloso de muy bajos instintos animalescos. Hasta donde sé del caso, parece que a la primera actriz a la que trató de emboscar este hombre fue a Ashley Judd, una actriz importante, esposa del ex corredor de autos de la categoría IndyCar, ganador de las 500 Millas de Indianápolis. Total que se topó piedra con coyol, Ashley es una mujer de armas tomar y le valió materialmente queso el poderío de Weinstein.

Y es que no estamos hablando de cualquier individuo. Se trata del productor que junto con su hermano pusieron el dinero para éxitos tan sonados como: Pulp Fiction, The English Patient, Shakespeare in Love, Good Will Hunting, Scream y The Lord of the Rings, que son una pequeña parte de una larga lista de éxitos de la pantalla. Dicen que solo Steven Spielberg y Dios han sido mencionados más veces que Weinstein durante los discursos de agradecimiento en los Oscar. Para darse una idea de la magnitud del tipo, sus producciones han ganado un total de 81 premios de la Academia y muchas de ellas han sido sonados éxitos de taquilla. Y en la lista de actrices que se quiso ‘ajusticiar’ se encuentran nombres como el de Angelina Jolie, Gwyneth Paltrow, Kate Beckinsale, Mira Sorvino y la propia Ashley Judd mencionada al principio.

Todo este preámbulo me lleva a reflexionar sobre algo, me explico. ¿Se acabó la época de la seducción, del galanteo, del flirteo, del ‘cambio de luces, de besarle la mano a una mujer por el simple hecho de ser galante o cortés? En esta época de las correcciones, cosas como las que acabo de mencionar tan recurrentes en épocas pasadas, es probable que hoy puedan ser tomadas como asedio excesivo o acoso, y es que no se trata de comparar a la conducta de Weinstein, evidentemente un enfermo sexual, con algo que era normal en el trato cotidiano entre un hombre y una mujer, en donde una galantería era eso, na forma, por así decirlo, de halagar la belleza de una mujer, o el simple trabajo de seducción, de conquista, vamos, del amor de una dama. ¿Hasta dónde termina una cosa y empieza la otra?

Inclusive ese ‘juego’ antaño, era como un reto válido para el hombre, por supuesto siempre y cuando no se cayera en bajezas, vulgaridades o situaciones desagradables, es decir, estamos hablando de la labor de conquista de una mujer para establecer una posible relación de cualquier tipo. Insisto, cosas que se hacían con mucha naturalidad en años pasados y era algo socialmente aceptado. Voy a comentar algo incorrecto pero que no por ser incorrecto no se daba, esto es, el extremo tampoco se tomaba a mal, es decir, el asedio de una dama que se podía dar en un bar, en un antro o en una discoteca, que comenzaba con un intercambio de saludos, seguía con la invitación de una copa y después la invitación a compartir la mesa, ¡cuántas veces no vimos ese tipo de situaciones, insisto, hasta cierto punto normales antaño! Hoy creo –digo creo porque hace muchos años que ya no andamos en antros-, ningún trabajo cuesta comportarse correctamente, con caballerosidad, sin permitirse extralimitaciones de ningún tipo, ‘guardando la distancia’ como me recomendaba mi madre cuando era un jovenzuelo.

Para terminar diré que depredadores sexuales siempre los ha habido en Hollywood. Chaplin fue conocido por su afición a las muchachas jóvenes, eran su debilidad, el charlot era un auténtico acosador sexual, y así como él podría yo mencionar 20 casos más en los inicios de la historia del cine. Como quiera, casos como el de Weinstein son totalmente repudiables, desgraciadamente ese tipo de historias no es la primera ni la última que vamos a escuchar.

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@marcogonzalezga