En todas las cárceles de México hay 210,991 internos y de éstos 73.9% al ser apresados no tenían antecedentes y 26.2% ya había estado recluido en otra ocasión, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2016, que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
La mitad de los reos tiene entre 28 y 34 años, 66.0% trabajaba en oficios de bajos ingresos, 71.0% terminó la educación básica, 42.0% dejó de estudiar porque empezó a trabajar y 20% porque no tenía dinero.
De los delitos, 60.0% son robos de diversos tipos: 12.9% posesión de drogas, 9.7% portación ilegal de armas, 8.8% lesiones, 5.4% homicidio, 4.6% comercio de drogas, 2.1% daños a la propiedad, 1.5% violaciones, 1.2% violencia familiar y 1.2% secuestro o secuestro exprés.
Al momento de ser arrestadas, a 41.5% se les sustrajo de donde estaban sin que se presentara la orden de aprehensión correspondiente, 25.5% fue retenido después de cometer el presunto delito, 13.1% con una orden de aprehensión, 13.0% durante la comisión del presunto delito y 2.4% de otra forma.
Asimismo, 60.0% de los presos al momento de ser detenido sufrieron agresiones físicas y psicológicas de parte de las autoridades. Las físicas más comunes son patadas y puñetazos (59.0%), golpes con objetos (39.0%), lesiones por aplastamiento (37.0%) y descargas eléctricas (19.4 por ciento). Las psicológicas son que las personas permanecen incomunicadas (58.3%), se les amenaza con levantarles cargos falsos (52.5%), se les desviste (46.0%) y se les amarra (40.2 por ciento).
Además, 62.6% rindió declaración en el Ministerio Público (MP) y la mitad de éstos fue presionada por las autoridades, para dar otra versión de los hechos y 47.5% se declaró culpable por agresiones físicas, por presión y también por recomendación del propio MP o de sus abogados. Ya en la cárcel, 39.3% ha sido objeto de actos de corrupción.
Las prisiones de México no cumplen con la normativa internacional conocida como Reglas Mandela, que establecen un mínimo que se debe cumplir para dar un trato digno a los presos y lograr su readaptación social. El gobierno mexicano las ha adoptado de manera formal, pero el sistema penitenciario no las garantiza.
Las cuatro cárceles que tienen el mayor grado de incumplimiento son: Centro de Prevención y Readaptación Social de Ecatepec, Nezahualcóyotl y Tlalnepantla, en el Estado de México, y el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente en la Ciudad de México.
Las prisiones de México están llenas de personas de bajos recursos que están ahí no por delitos violentos sino por robo perpetrado, en buena medida, para sobrevivir. Están en una situación de riesgo permanente y de manera sistemática se violan sus derechos humanos. En cada una de las cárceles y el sistema penitenciario todo es una bomba que siempre está a punto de estallar.
Twitter: @RubenAguilar