*Un amigo, que suele comprar y leer Notiver en Veracruz, me envió una fotografía de una Décima escrita en ese diario por un gran decimero, Marco AZ. Yamada. Se agradecen las palabras y se agradece el elogio inmerecido. Le envío un gran saludo, con mi agradecimiento pleno. Camelot.
POR SUS COLABORADORES LOS CONOCEREIS (WINCKLER)
Decía el presidente Kennedy en algún momento de su vida política, que ‘Un hombre inteligente, lo es, porque se rodea de gente más inteligente que él’. No es el caso aquí, porque Yunes por eso no duerme, o duerme poco. Uno, al llegar a gobernar, me imagino que la primera responsabilidad es buscar a los que te acompañarán. Elegirlos bien para que empujen la fuerza de ese gobierno. Estoy en eso porque, aunque es autónomo y no es empleado del gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares le tiró una porra con todo y su guelum, cachúm, cachúm, ra-ra, al Fiscal Jorge Winckler Ortiz, el que hace unas paellas como las de Valencia mía, jardín de España, al menos las presume en su Facebook y redes sociales. Veracruz ha estado inmerso en cosas feas, de la delincuencia, de cadáveres por aquí y levantones por allá y, si el gobernador duerme poco, este Winckler por ahí debe de andar. El elogio a su chamba quizá es merecido, donde dice el Preciso veracruzano que es como Juan Camaney, un poco salpicado con Supermán. Desde aquella vez que se encuclilló para tomarle la foto al gobernador, su fama ha crecido, lo mismo se le compara con Trudeau que con Adrián Ferra, el cocinero casi de Dios, el mejor chef del mundo. En esta zona habían detenido a los presuntos criminales de un médico, muerte muy dolorosa, el muy listo se les peló de un hospital a los polis-custodios, y no tardaron ni dos días en recuperarlo, ahora hay que meterle grilletes, eso apuntaló su trabajo. En la esfera de los colaboradores, aunque Winckler sea independiente como intentó Puidgemont en Catalunya, algunos van al ritmo del jefe.
EL OTRO FUNCIONARIO (FRANCO CASTAN)
El otro colaborador es Rogelio Franco Castán, secretario de Gobierno, gente del PRD, que ocupó ese lugar por la alianza bendita electoral que los llevó a derrocar 81 mil años del priísmo, y le ha servido a Veracruz con seriedad y eficiencia. Ayer mismo, cuando el ex gobernador con Ciro Gómez Leyva revolvió el gallinero veracruzano, no fue lejos por la respuesta y Franco mandó otra denuncia, para acumular muchas más al expediente que no se detiene. Franco Castán, pelo engominado, pulcro, corbata perredista amarilla y camisa blanca, y con un colaborador al lado viéndole admirado como profesor marista en clases.
LA REVOLUCION QUE NOS COBIJO
Todos los países celebran sus revoluciones. Sus luchas internas, sus luchas intestinas como guerras civiles, donde hermanos se dan contra hermanos. Ocurrió en la Guerra de Secesión de Estados Unidos y en la Guerra Civil de España y en México, cuando nuestra revolución se bajó del caballo y los civiles, empezando por Miguel Alemán Valdés, padre del ex gobernador de las estrellas, comenzaron a reinar en las presidencias donde el PRI gobernó hasta que María Cristina lo quiso, y un panista fallido llegó a derrocarles un 2 de julio que no se olvida. Escribo esta para aparecer el 20 de Noviembre. Las revoluciones son terribles, la nuestra lo fue, más si se lee a Pancho Villa en ‘La fiesta de las balas’, del libro El águila y la serpiente del gran Martín Luis Guzmán, cuando el killer de Villa, Rodolfo Fierro, que era compañero de sector y de partido del General chihuahuense, se puso a tirar balas a lo canijo. Cuenta el historiador que en unos corrales tenían a 300 prisioneros. Fierro llamó a un ayudante y le dijo que al lado le cargara las pistolas revólveres, que iba a darles la oportunidad de ser libres, brincarían el corral y los que se salvaran, a su casa, a living la vida loca. Pero le dijo al ayudante, si se me va uno por no tener cargada el arma, te chingo a ti. Temblaba el pobre chalán. Fierro era terrible. Al parecer solo uno de esos 300 se salvó, es un relato que ahora releo. En la portada del libro de Juan Eslava Galán, ‘Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie’, escrito en 2005, y el cual al comentarle al gran Arturo Pérez Reverte que escribía un libro que no tenía título, y le mencionó que era una historia que no iba a gustar a nadie, Pérez Reverte le dijo: “Ese es el título”. Y así lo tituló. En la portada pintó a dos gañanes enterrados hasta el ombligo, matándose, como en las guerras civiles o las revoluciones: “El viejo Goya lo pintó mejor que nadie: dos gañanes enterrados hasta las corvas, matándose a garrotazos. La sombra de Caín es alargada, en España”. Juan Eslava Galán nos cuenta —en realidad nunca ha dejado de hacerlo— una historia trágica, violenta, retorcida en ocasiones hasta el esperpento con esos trágicos quiebros de humor negro que también, inevitablemente, son ingredientes de nuestra ibérica olla. Una república desventurada en manos de irresponsables, de timoratos y de asesinos, un ejército en manos de brutos y de matarifes, un pueblo despojado e inculto, estaban condenados a empapar de sangre esta tierra. Como fue nuestra Revolución Mexicana. Más o menos así. (El cuadro de Francisco Goya, a garrotazos o la riña, está y pertenece al Museo del Prado de Madrid)
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