Ramón Durón Ruiz (+)
Hay un correo que circula en la red que no tiene desperdicio: “Demasiadas veces se relaciona la madurez con la pérdida de facultades mentales. Especialistas en el funcionamiento del cerebro como Tony Buzan aseguran que no tiene por qué ser así…
A partir de cierta edad, un cerebro apelmazado por una actividad sedentaria, con muchas horas frente al televisor, empieza a ralentizarse y a tener problemas de memoria. Así como a los pacientes con una larga hospitalización les cuesta volver a caminar, porque han perdido tono muscular, también las facultades intelectuales requieren un entrenamiento diario.
En su manual “Tu cerebro más joven”, Tony Buzan, pone como ejemplo de longevidad intelectual una comunidad de monjas de Minnesota (EEUU) llamado Mankato… muchas superan los 90 años y hay unas cuantas centenarias, la mayor parte de ellas con una asombrosa agilidad mental.
Una monja de ésta comunidad, Marcella Zachman, fue portada de la revista Life porque impartió clases hasta los 97 años. Otra hermana, Mary Esther Boor, no se jubiló de su trabajo hasta los 99 años.
El profesor David Snowdon, de la Universidad de Kentucky, investigó por qué entre estas mujeres hay un índice de demencia senil y otras enfermedades mentales muy inferior a la media. La respuesta es que las monjas de Mankato hacen todo lo posible para mantener la mente ocupada en su vida cotidiana.
Según William Speed, hay siete cosas que todo el mundo debería hacer para que su centro de operaciones no vea menguado su rendimiento:
1. Ejercicio, según los especialistas es el mejor tonificador del cerebro.
2. Buena alimentación, no sólo ayuda a prevenir el cáncer, sino que neutraliza los temidos radicales libres que envejecen el cerebro.
3. Aprender siempre, permite mantener la agilidad. Debemos procurar a la mente ejercicios y nuevos desafíos.
4. Mantener la calma, Jeansok Kim, asegura que ‘el estrés puede dañar los procesos cognitivos como el aprendizaje y la memoria’. En especial, el estrés crónico debilita la región del cerebro denominada hipocampo, donde se forma y consolida la memoria.
5. Dormir suficiente, un estudio llevado a cabo en Harvard, demostró que esto se debe a que mientras dormimos, el cerebro se mantiene activo y tiene tiempo de sintetizar lo que ha aprendido. La expresión ‘voy a consultarlo con la almohada’ tiene, por tanto, mucho sentido.
6. Aprovechar la experiencia, para afrontar problemas.
7. Reír, El humor estimula la generación de dopamina, una hormona y neurotransmisor que nos hace ‘sentir bien’. La risa nos ayuda a relativizar nuestras preocupaciones, con lo que evitamos que nuestra mente se ancle.”
Lo de la risa me recuerda “Una dama que al cumplir 50 años decidió realizarse una cirugía plástica. Al ver los resultados, se siente excelente. Cierto día va a un puesto de periódicos y al pagar, le pregunta al vendedor:
— ¿Cuántos años cree que tengo? — Como 32, –responde éste.
— ¡Nooo… tengo 50!, –contesta muy feliz la mujer.
Poco después entra a la panadería y le hace la misma pregunta a la cajera. La dependiente le contesta:
— Calculo que unos 30. — ¡Nooo, tengo 50! –responde feliz.
En la parada del camión, le hace la misma pregunta al Filósofo; éste le dice:
— Soy un hombre mayor y mi visión no es buena, pero tengo un método infalible para averiguar la edad de una mujer. Tal vez le parezca muy atrevido, porque se necesita que usted me deje colocar mis manos dentro de su blusa, así podré decirle exactamente su edad.
Se hace un largo silencio, hasta que ella no puede más con su curiosidad y le dice:
— ¡A ver, aplique su método!
El viejo campesino coloca sus manos bajo la blusa y empieza a palpar despacio y suavemente. Levanta cada pecho y delicadamente los aprieta varias veces. Después de varios minutos, ya con el rubor encima, la dama exclama: — ¡Ya, ya!… ¿cuántos años tengo?
––Mire usted, aunque aparenta 30 años… ¡tiene 50!
La mujer sorprendida le responde: — ¡Es usted realmente increíble!, ¿cómo hizo pa’ saberlo?
El Filósofo responde: — Muy sencillo… yo estaba detrás de usted en los periódicos y en la panadería.