Los casos de los precandidatos, casi seguros candidatos, del PRI a la Presidencia de la República, José Antonio Meade, y a la CMX, Mikel Arriola, son un claro representativo de lo que desde el gobierno federal se pretende en las propuestas para cargos de elección popular. Ellos son servidores públicos que han presentado buenos resultados en las dependencias que han laborado, que no están afiliados al partido… y que provienen del ITAM. A ver cómo resulta este experimento, seguramente ayudará a una mejor imagen que se tenga del PRI, pero puede provocar una falta de unidad en el partido, por el desplazamiento de los políticos tradicionales. Y también está de por medio el futuro del «jefe real» de ellos, Luis Videgaray. No es el caso de Pepe Yunes que él sí es político-político y partidista, aún cuando sea de ese grupo.