«En la Noche Oscura del Alma, brillante fluye el río de Dios.»
La noche oscura del alma es una experiencia profundamente inquietante en la que emergerá un intenso sufrimiento a un nivel nunca antes experimentado. Tal estado puede continuar durante días, semanas o incluso años. Durante ese tiempo, podemos tener la sensación de haber sido abandonados por Dios o el Universo, y sentir un gran dolor interno y muchas veces no relacionado a causas conscientes.
Si bien en algunos casos, toda la carga de situaciones y emociones que llevamos dentro sin resolver se ven erupcionadas por un hecho como la partida de un ser amado, el término de una relación, el quedarnos sin sustento, etc. cuando el alma no soporta más las cargas, puede, aunque las condiciones externas parezcan marchar muy bien, romper todos los diques y liberar ese caudal de aparente oscuridad en demanda de Luz
Lo más importante para entender es el significado espiritual de la situación, el don oculto. En lo profundo de ese pozo, recién allí , en la impotencia de no saber cómo salir, entregamos el mando al alma, ese mando que continuamente debiéramos delegar en ella para que dosifique el fluir de todo en nuestras vidas sin necesidad de esa ruptura de diques que hace dolorosamente evidente que el agua de la Vida tiene un solo camino sano a seguir : fluir, sin estancarse, en plena aceptación de su naturaleza siempre cambiante y emergente.
Durante esta noche todo surge crudamente honesto, sin tapujos o al menos así debiera ser.
Nuestra sombra pide la palabra y es sabio que al fin la escuchemos y le permitamos expresarse para poder abrazarla e ir iluminándola en un acto consciente, para que no actúe tras el telón, limitando nuestra expresión álmica.
Ese romper de diques con los cuales reteníamos la carga emocional puede, no sólo lastimarnos, sino arrasar con nuestras relaciones.
Abrazar la oscuridad dentro de nosotros mismos hace que sea mucho más fácil abrazar también la del otro, que surgirá como demandante de atención en éste proceso que involucra a una multitud de almas.
Es una gran oportunidad para descubrir la inmensidad de eso que llamamos AMOR, con mayúsculas.
La noche oscura nos conduce a la auto-aceptación. Como Carl Jung, dijo, «Lo más aterrador es aceptarse a sí mismo por completo.» Pero a medida que avanzamos en la noche, el dolor puede ser entendido y liberado, y nuestro Ser sale a la superficie encausando el flujo en una forma en que a pesar de las piedras que aparecen infaltablemente, podamos, no inmovilizar de nuevo la corriente por miedo, sino redescubrir ese poder oculto que nos permita pasar por encima de ellas, como sea, y hasta sentirnos felices de esa trascendencia.
Lo peor que nos ocurre es un sentimiento de estar separados de todo y de todos, y aún de Dios, o el Universo. La noche oscura representa una oportunidad para descubrir que hay una integridad, una Unicidad que hace imposible, aunque lo sintamos, estar separados de Dios, que es un estado interno y a la vez, la energía Una en la que tenemos el SER.
Por supuesto, el sufrimiento surge del ego, porque en esas crisis, se hace consciente que tenemos que dar el mando al Espíritu y el ego se ve relegado a segundo plano, entrando en conflicto y acarreando más conflicto aún. Pero es tan grande el poder purificador que se pone en marcha, que la antorcha de LO QUE ES iluminará hasta el ego, salvará su resistencia y romperá los muros que nos separan de la Luz.
Este es el verdadero símbolo del nacimiento de Jesucristo de la Virgen María. Este nacimiento se celebra a medianoche del día más oscuro del año y la noche más larga. Al colocar una línea sobre el eje del día en el que el Sol está a 0 grados Capricornio (solsticio de invierno a medianoche), en el Este está Virgo como ascendente en el Zodíaco astrológico. Esto quiere decir que exactamente a medianoche se levantaba en el horizonte del Este la constelación de Virgo. Esta es la señal cósmica del nacimiento de la luz a través de una Virgen. El símbolo astrológico para Virgo es, si vemos en más detalle, una M con una colita detrás, relacionado con la firma de María. Esto aclara la signatura cósmica y lo que significa el nacimiento de la luz, del portador de la luz en el período más oscuro del año.
Aquí tenemos un símbolo muy importante: resaltar la máxima oscuridad como el punto en el que nace la luz. Se trata de una referencia a la antigua polaridad de la luz del Sol en la oscuridad que figura en el prólogo del Evangelio de San Juan: y la luz en las tinieblas brilla.
A esto siempre se refieren los alquimistas como esencial: la verdadera quinta-esencia solo se halla en el ámbito en el que los hombres no están dispuestos a mirar porque les parece demasiado sucio y oscuro. Allí donde los hombres no van, a donde no se quieren acercar ni quieren hallar, allí se encuentra lo esencial, lo que busca la alquimia, el real portador de la luz. Este es un secreto antiquísimo; la luz no la encontramos en la claridad sino en las tinieblas, en el punto más oscuro. Esta es la razón por la cual siempre se relaciona esta temporada del año con las ideas y representaciones mitológicas.