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Quiero escribir algo optimista, como suelo hacer con todas mis columnas, quiero hablar de esperanza, de anhelos y esfuerzo conjunto, de un México mejor y de cómo nos prepararemos para el 2018, llenos de júbilo y dispuestos a lograr cada uno de nuestros propósitos, pero en medio de mis intentos optimistas, me sobrepasa un poco la decepción.
Estamos a unos días de culminar el 2017, tengo mucho por lo cual agradecer, en lo personal y el entorno, pero antes de ponernos propositivos recordemos cómo hemos llegado hasta este punto. 2017 fue un año de grandes sorpresas y lecciones que espero no tengamos que repasar para entender. Hoy no hablaremos del gobierno y sus omisiones, no hace falta recordar cuántos errores ha volvido a cometer nuestro Presidente, quizás dos o tres, no, menos, como cinco. Pero ojalá y las fallas en nuestro gobierno fuesen simples errores verbales, desconocimiento literario o generación continua de material para memes.
Los errores han sido tantos por desconocimiento de la gente, tanto de los gobernantes encerrados en burbujas del poder como de la ignorancia en la que muchos ciudadanos elegimos seguir, de la misma forma que elegimos que nos domine el miedo o guardar silencio cuando debemos gritar.
Esta semana me domina el miedo, miedo ante la inseguridad porque cada vez los atracos llegan a personas en círculos más cercanos y resulta muy sencillo escribir que no podemos callarnos pero cuando el terror se apodera de tu cuerpo entras en shock y cuesta tanto hacerte escuchar. Ese es el estado general de México, vive perseguido evento tras evento, engañado en ocasiones con momentos dulces y palabras de consuelo, pero al final tenemos miedo y desconfianza. No creemos en nuestro sistema penal, no creemos en los demás y por eso callamos.
2017 me demostró que en México hablar mata, que las personas más valientes son constantemente perseguidas y agredidas, que predicamos muchos valores y momentos de unión pero somos los primeros en romperlos y atacar a los nuestros. Fue un año más en el que rápido olvidamos, un año en el que caímos una y otra vez en los mismos discursos ¿por qué?¿por qué repetimos en las urnas los errores del pasado?¿acaso no estamos realmente cansados de ser engañados? Quizás no y en navidad es más cómodo fingir que no conocemos a Santa Claus para ver si nos trae algo.
No importa a quién pongamos al frente, lo importante es tener a quien culpar por nuestras omisiones y decisiones, lo importante es poder criticar los errores de alguien que no seamos nosotros y dejar de revisar si yo hice mi tarea y realmente obré como de otros lo hubiera esperado.
Estoy desilusionada de nuestro entorno, pero aún en el fondo algo mantiene viva la esperanza, creo en los cambios, en los reveses de la historia, porque también vi a un México distinto durante el mes de septiembre, la cohesión de esos días fue breve pero sumamente intensa y ese es el México que me anima a creer en él, por ese México hoy escribo, por ese México trabajo y hago mi mayor esfuerzo en ser mejor, trato de aprender de lo bueno de su gente y olvidar sus fallas con la facilidad que olvidamos los problemas de otros. Por el México en el que existen empresarios que apoyan y se entregan a su país, por el México en el que las personas más lastimadas se levantan y dicen sigo aquí y seguiré dando todo para ti, esas personas son nuestro mejor regalo en estas fechas, personas como la familia Ahued que no se dejan vencer y el dolor solo los hace dar el frente para que esto no se repita, por personas como ellos quiero creer que el 2018 sí puede ser mejor.
Ahora sí es momento de dar gracias, por la oportunidad de realmente cambiar para crecer, para apoyar a otros, para compartir lo mucho o poco que tenemos y multiplicar los momentos de alegría. Esta navidad doy gracias por mi familia, por las lecciones aprendidas, las oportunidades de aprender y las personas que compartieron conmigo lo mejor de este año. Agradezco infinitamente a todos los que me están leyendo, a quienes de alguna forma pude ayudar en algo y quienes cada columna me hicieron llegar sus comentarios. Agradezco este espacio que ha sido de mis mayores regalos. Pero sobre todo agradezco que está por llegar un nuevo año, que aún podemos modificar el rumbo y darnos nuevamente la mano, levantar el puño cuántas veces haga falta para salvar vidas y levantarnos cada día para hacer nuestra acción del día, si ese se vuelve nuestro propósito por venir en estas fechas seguramente será un año mejor, por la esperanza que me devuelven con el transcurrir de mis teclas, a todos ustedes infinitamente GRACIAS.