Sin llegar a los consejos, reservados a los sabios, entre quienes suelen estar nuestros abuelos, si es útil y oportuno, de vez en cuando, hablar con los demás, al menos con los cercanos, de experiencias y el deber ser. Pueden recibirlo con fastidio pero también con interés, dependerá del momento, la confianza y credibilidad que se tenga con ellos. Especialmente en estos días de reflexión y festejos, de Navidad y cierre de año, cuando hay más tiempo para convivir con amigos y parientes, cuando la nostalgia nos visita a flor de piel y nos colocamos en el lugar ineludible de los buenos deseos. Ser agradecidos, generosos y expresar buenos sentimientos nos revelan cómo personas positivas; hacerlo siempre, incondicionalmente, pase lo que pase, es una condición virtuosa de las personas que nos reivindican en calidad humana. Se fortalece esa forma de ser, la personalidad, con la educación y cultura en general, más allá de títulos. Ser buena persona es esencia vital y no pasa ni requiere determinada ideología ni filiación política. Es una aberración vincular los valores humanos con algún tipo de orientación partidista. La amistad, la conciencia social, el amor familiar, el compañerismo, las parejas y la simple y básica convivencia en sociedad trascienden cualquier condición religiosa, económica y política.

Vivimos presionados por la inmediatez en todo, nos damos pocas oportunidades de pausa, lo cual es dañino para la salud propia y social; seguimos regidos socialmente por tener y no por ser como reglas de una sociedad desigual y excluyente en general; nos cuesta mucho trabajo pasar la estafeta de la tolerancia a las nuevas generaciones, ser contundentes en nuestro respeto al otro, al diferente, en todos los sentidos. Sin duda hemos avanzado en sentido civilizatorio como resultado del entorno mundial, el internet, la precaria pero real democracia lograda y, sobre todo, por la educación. Hay mejoras en equidad de género, se respeta más al peatón, se valora al adulto mayor, se previenen adicciones, se cuidan a los niños y jóvenes, se reconocen derechos sociales, se toma conciencia sobre el medio ambiente, se vive con más limpieza en las calles, se cuidan los animales, etc. La vida sigue, es dinámica y permanente, constante y cotidiana; el hoy se pasa rápido, a veces imperceptible, es muy necesario pero no siempre se puede planear, hacerlo es un dato de calidad y bienestar pero suele ocurrir que se repiten los casos de aquellos que planean y planean sin lograr sus metas y se quedan en la pura planeación o en su intento.

Ayer ya pasó, algo deja pero ya no se puede repetir; hay satisfechos, arrepentidos y quienes hacen de la nostalgia un forma de vida. El futuro es expectativa y posibilidad, de que llega es seguro en sentido cronológico pero nadie puede saber cómo será; dejar todo al futuro es un apuesta a la eventualidad y dejar de vivir el presente, que es el día real, el momento concreto, lo que está ocurriendo, lo que estamos sintiendo, padeciendo o disfrutando. Todos los momentos cuentan, somos pasado, presente y futuro; somos la síntesis de todo eso, con los matices del caso, siendo una singularidad si le queremos dar más o menos importancia a alguno de ellos. La condición humana es determinante de lo principal que hagamos para cada quien y para los demás, la calidad humana incide vitalmente en la trascendencia que tengamos si aspiramos y nos comprometemos con los demás, asumiendo lo colectivo.

De pronto la vida, esta caminata fascinante, nos recuerda que la felicidad es intrínseca a ella pero que recibirla depende de nosotros mismos, en primera instancia, e indisolublemente unidos a los demás, a nuestro entorno. Cualquier día, inesperadamente, te topas con la pared del realismo y confirmas tu condición humana, falible y frágil ante la fuerza de la naturaleza y las patologías comunes. Solo tu fe en la vida, religiones incluidas, de absoluto y riguroso respeto a ellas, te sostiene aferrado ante las tormentas, temblores, enfermedades y carencias. Eres pequeño y estás aislado cuando el dolor toca tu puerta, cuando sufre un ser querido, cuando te afecta alguna limitación física o mental. Es momento especial de valorar lo que tienes, de pensar en pruebas y oportunidades, de apreciar el tiempo y la gente, de aprovechar todo, de subir en calidad personal, de ser mejores e intentar, como nunca, hacer el bien en lo mínimo y lo máximo, en lo individual y lo colectivo, lo personal y lo social, etc…

Recadito: un abrazo que envuelve buenos deseos de Año Nuevo 2018 para mis solidarios lectores…

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