El domingo 24 de diciembre, después de un rato de deambular (a pie y en auto) por las calles de un fraccionamiento de Xalapa, pedí ayuda de manera abierta y a través de mensajes personales en Twitter, Facebook y Whatsaap para buscar a mi Luka, un perro Basset Hound de 9 años de edad, considerado por los veterinarios un viejo con corazón grande (es literal pero también figurado).
El mensaje se compartió 173 veces en Facebook y 50 en Twiter desde mis cuentas, más los avisos emitidos por familiares, amigas y amigos desde sus respectivos espacios virtuales.
En menos de tres horas de la publicación de la noticia sobre su búsqueda en redes sociales, Luka apareció. Y no fue un acto de magia, fue un acto de solidaridad.
Varias personas intervinieron en su rescate: un vecino de Las Animas lo recogió de la calle y llevó a la caseta de Policía, otra vecina y sus hijas lo alimentaron y colocaron un collar, pero además lo defendieron e insistieron en buscar a su familia. Ellas también avisaron en las plataformas digitales que había un perrito resguardado en el puesto de vigilancia.
Después empezaron a contactarme varias personas para dar pistas: conocidos e internautas reportaron el hallazgo. Gracias a los mensajes aportados fue posible ubicar a Luka sano y salvo.
En el mundo, el 47.5 por ciento de los hogares disponen de una computadora, indicador que no ha dejado de crecer en los últimos años. En las regiones desarrolladas la penetración es del 82 por ciento, mientras que en las regiones en vías de desarrollo es del 35%.
De acuerdo al Informe Anual de la Sociedad en Red Edición 2017, el “número de individuos que utiliza Internet sigue en crecimiento”. De 2015 a 2016 aumentó en un 8.8 por ciento y desde el 2005, el número de usuarios de Internet se ha triplicado.
“Las redes sociales son la fuente de información de los medios tradicionales y ciudadanos empoderados”, define Gisela Rubach, estratega política, orgullosamente veracruzana, con más de 300 campañas electorales en México, Centro y Sudamérica.
Había comentando en otros espacios sobre el efecto negativo de las redes sociales y los linchamientos mediáticos, especialmente de las mujeres, que las revictimizan y exponen.
También había dicho que las malas noticias se propagan rápidamente y las buenas nuevas tienen pocos “likes” y que en el estado de Veracruz sus usuarios han dado cuenta de las muestras de inconformidad y protestas sociales que protagonizaron diferentes sectores sociales y productivos por la mala actuación de las autoridades estatales.
Ahora, en Nochebuena, conocí el espíritu de colaboración y solidaridad que existe por parte de los usuarios de estas plataformas. “Compartir” es la palabra clave para generar una onda expansiva y lograr algo bueno.
Con esa buena sensación me quedo del 2017: que existen buenas personas, dispuestas a ayudar al prójimo, sin recibir nada a cambio, que por buenas causas pueden unirse para lograr “milagros”.

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“En este mundo hay cosas que sólo puedes hacer sola y cosas que sólo puedes hacer con otra persona. Es importante ir combinando las unas con las otras”.
After Dark
Haruki Murakami (mi favorito, para cerrar el año)

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