*La vida es la mejor cosa que se ha inventado. García Márquez. Camelot.

EL RELOJ DE YUNES

No era aquel reloj de no marques las horas, porque voy a enloquecer. El gobernador exhibió un reloj marca quién sabe cuál, y lo pescaron cuando se lo quitaba. El reportero dijo que lo escondía. Fue nota viral y virulenta, lo que obligó a que el mismo gobernador Yunes Linares, por la mañana del otro día -cuando todos tirábamos la fiaca y la resaca para los que chupan estaba en su punto álgido-, salió a una rueda de prensa que yo no vi, pero me dijeron quienes la vieron, que el góber que no duerme, enchilado dijo que iba a demandar a ese diario que es de los más antiguos de México, y está entre los consentidos del presidente y Los Pinos, según acusó un diario americano. Se esgrime de nuevo en la palestra la libertad de expresión en toda su intensidad. Yunes les soltó que esos ataques eran porque en la antigüedad, tiempo pasado del duartismo, les daban 125 millones de pesos, y ahora no pueden pasar la rama. Reconoció que su reloj sí era de él y que se lo había comprado con su lana, casi como con aquella frase de Relojerías Cantú: “Un minuto para comprar y un laaaargooo año para pagar”. Entre otras cosas, dicen los del diario, se quitó el reloj para esconderlo, cuando lo cacharon. Él dice que no, que se lo quitó porque le apretaba. El reloj, acusaban que era de 6 millones de pesos. El góber dice que vale mucho menos y los demandará. ¿Qué es una denuncia de daño moral?, pregunto a Kamalucas, un filósofo de mi pueblo. Piqué a Google y me manda a jurisprudencia: para que se produzca la obligación de reparar el daño moral se requiere de la concurrencia de los

siguientes elementos: a) el ocasionamiento de un daño a los bienes de la personalidad, y b) un hecho u omisión ilícitos imputables a un tercero que haya sido la causa del efecto indicado. Enredado. Se ignora si Yunes lo hará con abogado personal. Winckler creo no puede. La moral, decía Gonzalo N. Santos, es un árbol que da moras. Los memes al otro día no se hicieron esperar. Los gobernantes tienen que tener caparazón y aguantar las embestidas. Muchos la sufrieron y la han sufrido. El presidente Jefferson decía: “Los anuncios contienen las únicas verdades fiables de un periódico”. Pero tiempo después, corrigió: “Si de mí dependiera y hubiera que elegir entre tener gobiernos sin periódicos o periódicos sin un gobierno, no dudaría ni un instante en preferir esto último”. Carlos Salinas usaba un reloj Casio de 40 dólares, lo presumía cuando quería, barato y daba la misma hora que todos. Su Gabinete por ahí guardaron los Rolex y a copiar al jefe. Hubo una anécdota que retrata bien ese poder de la prensa y los personajes. En plena campaña presidencial de Carlos Salinas, un picudo empresario invitado a la gira, se quejó con el presidente. Le dijo que tal periódico (creo era el mismo de ahora) lo traía por la calle de la amargura, que no lo soltaba. Salinas le preguntó cuál era, y después de conocer la respuesta, le dijo a secas: “¡No lo leas!”.

MAÑANA DEL PRIMERO

Escribo estas líneas la mañana del día primero del año que llega, desde la habitación 219 del hotel Casteló, ubicado frente a plaza Américas, porque esta vez, como otros años, se me dificultó encontrar cuarto disponible pues Veracruz está en los cuernos de la luna, ciudad bella, apacible y tiene mar. Rememorando al gran Rafael Alberti: “El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¿Por qué me desenterraste del mar?”. Visité lo que pude y me dio tiempo de ir a misa con los ricos de Costa de Oro, en San Pedro y San Pablo, la que llamaban de Gallo y ahora la hacen a las 8 por aquello de no te entumas con la delincuencia. Comí con Lila y Rico y mi hermano Enrique, al otro día hizo un Norte durísimo, movía las palmeras borrachas de aire, no de sol, como cantaba Agustín Lara. Fui a la Parroquia de los 200 mil años por una champola de guanábana y una concha con mantequilla, para agarrar hambre para la noche. En familia cené con los que llegamos, incluido el recalentado con mis familiares mormones de Salt Lake City, en casa de mi madre con mi hermana Flor de anfitriona, otros hijos andan por otros lares. Los hijos suelen crecer e irse y volar con sus propias alas. Así es la vida (Cèst la vie), diría un francés como Lartigue. Amanece con los alcaldes que llegan. El panorama político le favorece al PAN, el partido del gobernador, donde busca sentar a su hijo en ese trono Yunista (Yunete, diría un alabardero). El PAN-PRD amanece con 107 alcaldes. PRI-PVEM con apenas 47. PANAL 17 y Morena 16, los demás son chiquillada, incluido el de Dante, MC, que tiene 9 alcaldes. Orizaba llega con Igor Rojí López (se fue un emperador y llega un ruso), cuyo padre, Eugenio Rojí Uribe (primo hermano de Pierrot Uribe), es lector consuetudinario de buenos libros y de buenos escritores, como Manuel Vicent, seguido cruzamos libros para soslayarnos de las buenas plumas. En Orizaba repiten muchos funcionarios, al menos los de las cabezas. Fue una promesa del candidato de darle continuidad a ese gobierno. Esperemos que les vaya bien, porque si les va bien a ellos le va bien a la ciudad.

EL GUARDIAN ENTRE EL CENTENO

Retorné a casa huyéndole al viento fuerte. Llegué y me habían recomendado una película en Roku: “Rebel in the rye” (Rebelde en el centeno), la vida del gran J.D. Salinger (1919-2010), ese hombre que de joven escribió la que consideran una obra maestra de la literatura, El Guardián Entre el Centeno. Libro que ha vendido desde 1951, 65 millones de copias y que ha sido traducido a 65 idiomas y que, cada año, vende 265 mil libros. Un suceso mundial. Son los inicios de este escritor que encuentra a un maestro que lo guía por la vida. Lo asombroso es que el maestro es Kevin Spacey, antes que le sacaran tarjeta roja por calenturiento. Holden Caulfield, el personaje, se vio retratado en millones de jóvenes americanos y de allí a inmortalizar ese libro. Ahora mismo parto a comprar otro para releerlo, pues hace añísimos le leí y quién sabe por dónde ande mi vieja copia. El Guardián disparó su venta cuando se supo que el criminal que asesinó a John Lennon, Mark Chapman, después de dispararle en el edificio Dakota, se sentó en la banqueta a esperar a la policía y les dijo que ahí, en ese libro, estaba su confesión. Algunos le llaman libro maldito. J.D. Salinger, huraño, esquivo con la prensa, ‘escritor de talento infinito’, como lo describió Ernest Hemingway cuando lo conoció en París, a quien el The New York Times, al anunciar su muerte, le llamó ‘recluso literario’, fue un poco como Juan Rulfo, escribió una obra maestra y ya no quiso escribir más. Un poco como intentó García Márquez que, después de ganar el Nobel, cerró la máquina. Véanla, es una buena cinta.

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