Morena es un membrete caudillista, donde no se delibera ni se vota nada; es débil al depender mayoritariamente de la inconformidad social y teniendo como su labor básica, casi exclusiva, la de promover a AMLO; sin reflexión colectiva y vida orgánica tiene que hacer malabares para simular democracia interna. Su modelo es arcaico, masa que sigue a un líder en pos de una promesa de futuro luminoso, sin precisar el qué y, mucho menos, el cómo serían los cambios que ofrecen, dejando todo a la fe de sus bases y la voluntad cuasi religiosa de su eterno candidato presidencial. Su discurso es simple y de bajo nivel, polarizante, emocional y de muchos rasgos demagógicos. Tienen serios problemas para habitar ambientes de tolerancia y pluralismo, reparten títulos de buenos y de malos alegremente, sin rubor. Electoralmente les ha ido bien en algunas zonas del país, en gran medida por el tesón de AMLO, el debilitamiento del PRD y las inconformidades sociales; es el caso de VERACRUZ, donde lograron ocupar el segundo lugar en la elección de Gobernador, sin proponer nada y con un candidato de bajo perfil, y ganar 16 Ayuntamientos en la elección municipal, entre los cuales está Xalapa.

En tanto pueden aplicar su llamado proyecto alternativo de nación, se encuentran ante la oportunidad y reto de mostrar las bondades de su cambio verdadero a nivel municipal. Siendo Xalapa, el municipio donde sus ediles más se acercan a identidades de izquierda, progresistas y de causas ciudadanas, las expectativas han sido grandes. Era obvio que el perfil del nuevo presidente municipal, proveniente de la academia y del mundo de lo políticamente correcto, abre incógnitas diversas, desde la duda total de su capacidad hasta la confianza en sus convicciones y la buena fe que se le puede atribuir a una persona de ideas. En tres días, Hipólito y MORENA mostraron un atraso faccioso sorprendente, que no se veía ni se ve en Cabildos con mayoría de otros partidos que no hacen gala de discursos salvadores o vanguardistas; en su discurso de toma de posesión el nuevo presidente desconoció la historia política de Xalapa, omitiendo el antecedente de la alternancia del PRD y el MC en los años 97 y 2000; al integrar las comisiones edilicias mayoritearon en forma vulgar y absurda, no respetando la representación y los perfiles de sus opositores. Inmediatamente abordó el tema de los sueldos y compensaciones como el gran dato político, siendo algo que ya es de su responsabilidad y tendrá la obligación de presentar sus propuestas presupuestales al Cabildo; si no quiere incluir compensaciones y bonos, sencillamente que no lo haga y ya. Sin que venga al caso habla de que no habrá privatización del servicio de la limpia pública, lo cual, igualmente, ya corresponde a su mayoría edilicia decidir; simplemente, si no es de interés en su agenda, no lo promoverán y ya.

Colocados los de MORENA xalapeña ante las decisiones de Gobierno, decidieron hacer más de lo mismo, imponiendo su mayoría y aplastando a las minorías. En concreto, en los hechos, no en el rollo, dieron una muestra de autoritarismo y de practicar la vieja política, lo cual les resta legitimidad y autoridad tanto moral como democrática. Es lamentable, por Xalapa y por algunos de sus ediles honestos que tienen que callar e inhibirse ante las instrucciones de los comisarios partidistas que imponen la lógica de esa causa abstracta que persiguen y todo lo justifica. Su actitud en la integración de las comisiones, ineficaz y degradante, da una idea sólida de la manera en que manejarán los recursos públicos y la relación con la ciudadanía, seguramente con criterios recaudadores y clientelares. Muy pronto enseñaron el cobre y se enfilan a un escenario de debut y despedida municipal.

El resultado de la elección presidencial va a determinar el futuro de MORENA; si gana AMLO, se convertirán en una maquinaria permanente de movilización de masas y sus figuras principales serían los seguros gobernantes locales por mucho tiempo; en caso contrario, lo más seguro es que se disperse y entre en un rápido proceso de descomposición. En esas condiciones tienen seis meses en los municipios que gobiernan para hacer algo bueno y diferente, sin omitir la veda electoral que les resta proyección. Si pierden la presidencial, van a lamentar su política excluyente y tendrán problemas para convocar acuerdos plurales. Olvida Hipólito, que no votaron tanto por él; que su resultado es por el posicionamiento de MORENA, que si ponían otra candidatura obtendrían más o menos igual resultado. Lo peor que le puede pasar al nuevo presidente, lo temo, es que se la crea y se deslice al estrellato, volviéndose protagónico y uno de los tantos políticos tradicionales que de una posición inmediatamente quieren brincar a otra. Veremos muy pronto.

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Recadito: la condición humana y el poder no saben de siglas y colores.