Cuando descubrí que ganaba menos que mi antecesor (varón), renuncié. El cargo que me habían pedido cubrir era el del “Director Editorial”, pero a mí en el papel impreso sólo me dejaron como “Subdirectora Editorial”. También debo confesar que las actividades encomendadas eran mayores, debía realizar las nuevas tareas y continuar con las que ya desarrollaba dentro de la empresa.
Siempre he creído que no vale quejarse sino actuar…Es cierto que en el ámbito periodístico la paga es “mala”, pero también considero que es necesario exigir nuestros derechos laborales y no “rentarse” por menos de lo que vale nuestro trabajo. Así se los digo a los estudiantes de Comunicación a los que he podido impartir la catedra de “Ética periodística”.
El 1 de enero me compartieron en redes sociales una buena nueva: Islandia se convirtió en el primer país del mundo en cerrar la brecha salarial. A partir del 2018 es obligatorio que las empresas paguen el mismo salario por el mismo trabajo, sin hacer diferencia entre sexo, raza, etnia.
En esa isla gobierna una mujer, la primera ministra Katrin Jakobsdottir. Es la segunda en ocupar esa posición en su país, que además cuenta con el 48 por ciento de representatividad femenina en el Parlamento. Y el mundo solo tiene 19 jefas de Estado o de Gobierno mujeres de los 193 países.
Quizá por eso Islandia cerró la brecha salarial. Ahora “las grandes empresas e instituciones gubernamentales deberán someterse a auditorías, a partir de 2018, para certificar el cumplimiento de la norma”, y darán de plazo cuatro años más a los pequeños negocios para que se ajusten a la ley e igualen los salarios a hombres y mujeres que desempeñen el mismo trabajo. Hasta ahora la diferencia en ese país es entre el 14 y el 18 por ciento.
En México y en Veracruz ni siquiera tenemos cifras confiables. Lo más cercano es la estadística que brindó hace un par de años la Organización Internacional del Trabajo y que asegura que las mujeres ganan un 22.5 % menos que los varones.
Algunos me dicen que son leyes discriminatorias, puede ser, pero necesarias, digo yo, mientras el rezago persista, la discriminación y desigualdad en la esfera laboral y en otros ámbitos. Se trata de “Igualdad por la ley”, donde el Estado corrige ciertas desigualdades de hecho a través de la ley, define Kemelmajer.
Acabar con la brecha salarial en el país y en nuestra entidad me parece aún una utopía.
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