Dicen por ahí que la primera impresión es la que cuenta, y es muy cierto. Es por ello que estamos muy atentos a los primeros movimientos del nuevo ayuntamiento administrado por los “morenos” de Morena. Ya surgieron los primeros señalamientos en contra del alcalde universitario Hipólito Rodríguez, primero porque antes que cumplir su palabra está decidido a cumplir la ley, y segundo por las pifias causadas por la inexperiencia y la falta de un equipo con conocimiento de lo que es una administración municipal. Sin duda el tema del respeto a los derechos laborales está siendo el talón de Aquiles de los “morenos”, pues en aras de un reordenamiento (quítate tú pa’ ponerme yo) se está perjudicando a los trabajadores y a las familias. Ni los liquidan conforme a derecho ni les respetan sus derechos ya ganados, con la excusa de que son “trabajadores de confianza”. Pero los trabajadores de confianza sí tienen derechos. Recientemente la Suprema Corte de Justicia destituyó al alcalde y al cabildo de todo un municipio en Paraíso, Tabasco, precisamente por un asunto relacionado con los derechos laborales. El problema lo dejó la administración municipal de 2005 y las consecuencias se pagaron en 2018. Eso mismo puede suceder en Xalapa si Hipólito Rodríguez deja que administradores prepotentes e inexpertos pasen por encima de los derechos laborales de los trabajadores del ayuntamiento.
El derecho a disentir y la intolerancia al anonimato
Nadie está obligado a estar de acuerdo con toda la información de un medio de comunicación, de hecho, los desacuerdos son lo que animan al medio a que su información sea objetiva y veraz. No obstante, dentro de los géneros periodísticos está el género de la opinión, es decir el artículo periodístico en el que el autor escribe sobre algún tema desde su propia subjetividad. Por supuesto, el punto de vista del autor puede ser contrario al de muchas personas, por lo mismo, nadie está obligado a estar de acuerdo, todos tienen derecho a disentir, pero también a asentir. Las críticas hacia un artículo de opinión siempre son bienvenidas, ya sean favorables o adversas. Son bienvenidas siempre y cuando la persona que contraargumenta sea identificable. El autor sí está obligado a aceptar las críticas, pues el oficio lo expone a uno a eso. No obstante, las críticas surgidas desde el anonimato no deben ser toleradas. Ese tipo de críticas son nocivas y cobardes; no surgen de la honestidad y del valor. El periodista debe ser un sujeto con valor y con valores. Ya lo decía el bien recordado profesor Guillermo Zúñiga: “Nadie que no tenga valor se atreva a ser periodista”.
“Anónimos”, su condición de cobardes nulifica cualquier crítica que hagan
En las redes sociales se está haciendo cada vez más común que algunas personas, con malas intenciones, creen cuentas falsas para, desde ese cobarde anonimato, puedan atacar a quienes se atreven a opinar, sin correr ellos ningún riesgo. Desde esas mismas cuentas, muy “valientes” lanzan además despiadadas críticas viscerales que no se sostienen en ningún argumento. No esperen esos cobardes que se les respete como a los que sí tienen el valor de mostrarse. Uno puede estar en desacuerdo con la opinión de algún periodista, o de algún ciudadano, pero sí éste argumenta y tiene el valor de mostrarse, merece todo nuestro respeto. Sin embargo, algunos de esos “anónimos” excusan su condición al hecho de correr algún riesgo por sus críticas; según ellos pueden ser identificados y temen a las represalias. Pero, ¿acaso no está más expuesto un columnista, un periodista que firma sus colaboraciones y que las sostiene ante cualquier reclamo? Los “anónimos” no tienen excusa y su condición de cobardes nulifica cualquier crítica que hagan.