Vamos a variarle un poco a los temas de conversación.
Hace poco hablé aquí en estos espacios del admirado escritor, Mario Vargas Llosa, que la sola mención de su nombre es la mejor carta de presentación del peruano. Lo mencioné porque es ejemplo de vida, y de envidia de la buena también, porque a sus 81 años –en marzo próximo cumple 82- el señor goza de una vitalidad y de una lucidez envidiable. A los 80 años publicó su más reciente novela, “Cinco esquinas”, que es un notable relato del Perú de la década de los noventa, con mucha frecuencia escribe para el periódico madrileño El País y, por si fuera poco, todavía a sus años se da el lujo de andar “noviando” cual chamaco de quince con la mamá de Enrique Iglesias, la señora Isabel Preysler, total, que el peruano es un estuche de monerías.
Pero hablando de personas longevas y productivas, hace poco leía sobre dos, figuras de la actuación, mexicanas ambas, que son un ejemplo para cualquiera porque a sus años, después de una larga y productiva vida, muchos estarían gozando del retiro, y me refiero a Enriqueta (Queta) Lavat Bayona y a Ignacio López Tarso. La primera, Queta, en unos días más estará cumpliendo 89 años y don Nacho, pues don Nacho acaba de cumplir nada más 93 años el pasado 15 del presente, ¡carajo!, aunque no me debiera dar envidia, la verdad es que siento una irrefrenable envidia, de la buena por supuesto, de estos dos grandes de la escena nacional.
Leía apenas ayer, en el suplemento cultural del periódico Milenio, que la gran Queta, siempre con esa imagen de mujer dulce, pues que acaba de estrenar una obra de teatro al lado de Jesús Ochoa. ‘Conversaciones con mamá’, que expone, según leía, el agobio de un hombre maduro profundamente atormentado, interpretado por Ochoa, que vive una crisis laboral y familiar, drama personal que tiene que mediar por el gran amor que le tiene a su madre, interpretada por doña Queta.
Por su parte, don Nacho, gran figura, entrañable e infaltable de los escenarios de teatro, cine y televisión de nuestro país, con una carrera de más de ¡70 años!, igual que doña Queta Lavat, actualmente participa de una obra de teatro, ‘El padre’, al lado de Erika Buenfil y el de Poza Rica, Sergio Basañez, entre otros actores. En esta obra personifica a un hombre de la tercera edad que empieza a mostrar signos de alzheimer. Hasta hace poco participó de otra puesta en escena, ‘Un Picasso’, al lado de la mamá de los dos hijos de Luis Miguel, Aracely Arámbula, en donde le da vida al cubista en una etapa de madurez en la vida del malagueño. Por ahí le preguntaron a don Nacho que qué lo motivaba ir todos los días de la semana teatral y presentarse en el escenario hasta en dos funciones por día, a sus más de 90 años, y don Nacho, ni tardo ni perezoso contestó con esa forma picarona perdonable a un hombre de su edad, “que la mayor motivación que tenía era compartir escenario con un monumento de mujer como lo es Aracely Arámbula”, ya lo creo, ¡qué bárbaro!
Como quiera, que gran país es éste que hasta ese lujo nos damos, de tener a estos dos grandes actores que todavía, a sus muchos años, se despiertan todos los días con la idea de ir al teatro a agasajarnos a sus muchos espectadores. Por cierto que doña Queta es mamá del comentarista de deportes Pablo Carrillo Lavat, gran aficionado del arte taurino, y hermana del primer actor ya fallecido, Jorge Lavat. Por su parte don Nacho, es padre del actor Juan Ignacio Aranda y del enorme, pero de veras enorme y talentosísimo baterista y jazzista, Antonio Sánchez.
Ni duda cabe que el talento es una cosa del ADN.
www.cronicadelpoder1@nullgmail.com
@marcogonzalezga