Si este mes fuera la elección por la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador obtendría 23.6% de los votos; Ricardo Anaya, 20.4%; José Antonio Meade, 18.2%, y la suma de los independientes, 10.0%, según Consulta Mitofsky (El Economista 17.01.18).

En diciembre pasado, cuando ya se sabía quiénes iban a ser los candidatos de las tres alianzas, los números de la misma casa encuestadora, publicados en este diario (12.12.17), daban cantidades muy semejantes: López Obrador 23.0%, Anaya 20.0%, Meade 19.4% y los independientes 9.2 por ciento.

Ha pasado un mes del inicio de la precampaña, en los hechos ya estamos en plena contienda, y en este tiempo el candidato de Morena-PT-PES ha crecido 0.6%; el del PAN-PRD-MC, 0.4% y el del PRI-PANAL-PVEM se ha reducido en 1.2 por ciento. La suma de los independientes crece en 0.8 por ciento.

A la pregunta de quién cree que ganará la elección, que mide la percepción del elector, la respuesta es distinta a la de la intención del voto. El 25.6% piensa que va a ganar Anaya; 25.0%, López Obrador, y 23.7%, Meade. Los independientes se mueven entre 0.1% y 2.9 por ciento.

La intención de voto cambia por sexo. El 23.3% de las mujeres votaría por Anaya; 21.0%, por Meade, y 20.0%, por López Obrador. En el caso de los independientes, 3.7% votaría por Margarita Zavala; 3.6%, por Armando Ríos Piter, y 2.3%, por Jaime Rodríguez, el Bronco.

El 27.8% de los hombres votaría por López Obrador; 19.3%, por Anaya; 14.8%, por Meade. En el caso de los independientes, 6.0% votaría por Margarita Zavala; 4.3%, por Jaime Rodríguez, el Bronco, y 0.1%, por Ríos Piter.

De este primer corte del año se pueden sacar tres grandes conclusiones: 1) López Obrador se mantiene en primer lugar, pero parece haber llegado a un tope. Crece, pero de manera marginal; 2) La percepción es que Anaya será el ganador. La percepción puede condicionar el voto. Los electores tienden a elegir al que va ser el ganador; 3) Los hombres mayoritariamente votan por López Obrador y las mujeres tienden a favorecer a Anaya.

Las casas encuestadoras y las encuestas que realizan no gozan por ahora del mayor crédito en la población. A pesar de eso siguen siendo un instrumento valioso y también único, con los márgenes de error que puedan tener, para percibir lo que piensa el electorado. Descalificar a las encuestas es una manera de negarse a percibir la realidad.

Faltan cinco meses y medio de campaña y todavía pueden pasar muchas cosas. Es probable que en las próximas semanas los números se muevan, aunque no de manera dramática. En las tres elecciones presidenciales pasadas, las cifras cambiaron de manera notable en el mes de abril. Nada hay que diga que eso necesariamente va a suceder, pero sí es muy factible que los números cambien y esto beneficie a unos y perjudique a otros. La moneda está en el aire.

Twitter: @RubenAguilar