“Dios ayuda a los buenos pero también ayuda a los malos cuando son más que los buenos”
Recientemente el papa Francisco hizo dos referencias a México, en una expresaba que no se debería permitir que Argentina se mexicanizara y en la otra hablaba de que el diablo se ha apoderado de nuestra nación. El papa se ha caracterizado por no tener pelos en la lengua y es muy directo con lo que dice, claro que ninguna de la dos afirmaciones fueron del gusto del gobierno mexicano, pero desafortunadamente no podemos tapar el sol con un dedo, porque lo que el papa ha dicho no es más que la percepción que se tiene de nuestro país en el extranjero.
Algunos nos consideran un país primitivo por el salvajismo con que actúan las diferentes bandas delincuenciales que han hecho de nuestra nación un productivo coto de caza, porque no es el narcotráfico la peor causa de nuestros males, ya que los narcotraficantes de antaño se dedicaban al trasiego de la droga hacia los Estados Unidos, pero la comercialización al interior era mínima y no se involucraban con la sociedad civil, posteriormente aparecen otras organizaciones delictivas que ya no se satisfacen con el tráfico de droga sino que empiezan a hostigar a la población en general con la extorción, el secuestro, cobro de derecho de piso y de derecho de paso, luego entre ellos empiezan a disputarse las plazas y tener combates frontales; con la improvisada intervención del estado, en la época de Calderón, que en vez de controlar la situación le echa más fuego a la hoguera.
En este sexenio las cosas aparentemente iban bien hasta que surge el problema de Tlatlaya y el asesinato de los estudiantes de Ayotzinapa y se convierten en escándalo internacional a pesar de la captura de varios de los capos más peligrosos que se han logrado detener y sin disparar un balazo, haciendo uso de la inteligencia y la investigación profesional.
Pero a lo que yo me quiero referir fundamentalmente es a la afirmación del papa de que el diablo se ha apoderado de México y este no es un asunto menor, porque no lo está declarando cualquier hijo de vecino o una persona que peca de ignorancia, en este caso es el dirigente de una de las mayores organizaciones religiosas que tiene presencia en casi todos los países del mundo.
En el libro titulado “Los Malditos” escrito por un periodista injustamente encarcelado, de acuerdo a su versión, en la cárcel de “Puente Grande” donde tuvo oportunidad de platicar con diversos reos coludidos con la delincuencia organizada se enteró de que el dirigente de los zetas, mejor conocido como el “Lazca” se alimentaba con carne humana que le preparaban en tamales, sea cierto o no solo ellos lo saben, el punto es que el canibalismo se practicaba en algunas culturas antiguas, sino es que en todas, con la finalidad de adquirir la energía del espíritu de la víctima, y el corazón era el platillo fundamental. Esto para algunas personas es parte del culto a satán o el rey de las tinieblas, también conocido como diablo, demonio o lucifer. “La Familia Michoacana” era y es, si es que algunos de sus miembros continúan la práctica, parte de lo mismo, como también lo era o es la logia P2 cuya base fundamental estaba en Italia y tenía nexos profundos con algunos jerarcas del Vaticano. El libro “En el nombre de Dios” escrito también por un periodista abunda sobre el tema.
Se ha dicho también que cuando una civilización cae en la descomposición social, o en la decadencia total, las fuerzas demoniacas se apoderan de ella hasta que llega su destrucción final como ocurrió con Sodoma y Gomorra.
En las redes sociales encontramos extensas páginas de organizaciones dedicadas al satanismo y en una de las cuales podemos leer una de las tantas definiciones que existen en las mismas y la cual a continuación comparto.
Los satanistas somos ateos. Concebimos la vida en el aquí y ahora. No reverenciamos a ninguna divinidad, ni creemos en la existencia de seres o hechos sobrenaturales, pero respetamos otras creencias. Los satanistas no evangelizamos ni pretendemos a convencer a otros de nuestro parecer. La Iglesia de Satán adopta la figura de Satán como símbolo o arquetipo de rebeldía, ambición e individualismo.
En el libro “La Ultima Danza de Kali” de Ibn Asad un escritor poco conocido por enigmático considera que algo está ocurriendo cuando todos los seres humanos expresan que “algo no va bien”. Al no poder hablar en nombre del mundo, podemos decir: el mundo no va bien desde la valoración del ser humano. Parece que así es: hay descontento, sufrimiento, miedo, injusticia, crueldad, hambre, guerras, miserias, dolor, y una serie de emociones que ningún ser humano valora como “buenas”. Y he aquí un lúcido punto de partida de lectura de este libro: como humanos, identificamos lo que nos hace bien y lo que nos hace mal; lo discernimos, no lo confundimos. Aunque aparezcan en ocasiones disfrazados los unos de los otros, la alegría, la belleza y la dicha son buenas para lo humano, y el sufrimiento, la fealdad, y la miseria no lo son. Por ello, el mundo nos parece “no ir bien”, porque lo malo parece abundar en grado, cantidad e intensidad. El mal parece vencernos.
La tendencia descendente que sigue el ser humano responde a la misma cualidad humana: vamos de “más humano” a “menos humano”. Cuando nos vemos ir de “mal en peor”, nos vemos alejándonos de la cualidad humana, estamos –con rigor- “degradándonos” como humanos, estamos mermando la virtud de lo que somos.
Esta tendencia parecería dirigirse a un modo que no nos corresponde e ignoramos: la infrahumanidad. ¿Qué es eso? No lo sabemos. De la infrahumanidad, sólo sabemos que ella está sacando ventaja de nuestra trayectoria. Si desde nuestra perspectiva, “los seres humanos van mal”, se comprenderá que desde la perspectiva de esta fuerza, los seres humanos van bien, muy bien, requetebién. Cuanto peor para nosotros, mejor para esta fuerza. Esta fuerza, aun siendo inercia, tiene un plan, un proyecto, una estrategia. ¿Esta será la fuerza demoniaca que se está apoderando de nuestro país según el papa Francisco?