El candidato del PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya, acaba de cumplir 39 años. Es el más joven de las y los candidatos por la Presidencia. Y también el que tuvo más problemas para su nominación. Margarita Zavala dejó el PAN antes de que se citara a la elección interna y cuando ésta llegó, los que se habían apuntado se retiraron de la contienda y apoyaron al ahora candidato.
Desde que se vio que podía ser el representante de la coalición Por México al Frente, empezó a recibir ataques de la más diversa índole. Éstos van a seguir a lo largo de la campaña. Una tarea central, lo quieran o no, del candidato y su equipo de campaña es ver cómo neutralizar estos golpes a cargo de la PGR, que es la oficina del presidente para golpear a sus adversarios y defender a sus amigos.
La constitución de la coalición cambió el panorama electoral para el PRI y también para Morena. La contienda se hizo más compleja y competitiva. Sin la coalición, López Obrador tenía una victoria más o menos fácil y el PRI se ubicaba como un segundo lugar que podía, en la recta final, concitar el voto útil. Esos escenarios desaparecieron.
El centro de la narrativa de Anaya es el cambio inteligente, moderno y responsable. Y busca, al mismo tiempo, dejar claro la distinción y contraste frente a la otra alternativa, la de López Obrador, que es el cambio irresponsable, de ocurrencias y busca restaurar el pasado.
Esta narrativa, que a veces se desdibuja, lo mantiene como segundo lugar en todas las encuestas que lo ubican entre seis y ocho puntos por debajo de López Obrador, que va como primero, y seis y ocho puntos por arriba de Meade, que ocupa el tercer lugar.
Un elemento secundario, pero también presente en su narrativa, es que está bien preparado, tiene una licenciatura en Derecho, una maestría en Derecho Fiscal y un doctorado en Ciencia Política y Sociales por la UNAM, y habla inglés y francés. Su entorno cercano, también sus aliados políticos, lo califican de inteligente y sagaz.
El equipo de campaña tiene que ver si la narrativa que le ha permitido crecer y ubicarse como el segundo lugar lo hace todavía más competitivo y lo distancia del tercer lugar. Si el segundo y el tercer lugar mantienen una diferencia estrecha, esa situación no provoca el voto útil y favorece a quien va en primer lugar.
En las próximas semanas, Anaya está obligado a reducir la ventaja que ahora tiene López Obrador, para en su momento y con el apoyo del voto útil, poder superarlo. No está claro que lo pueda hacer, pero si quiere en la recta final disputar la Presidencia lo tiene que lograr. Esa, y no otra, es su única posibilidad.
Twitter: @RubenAguilar