A 21 días de que comiencen las campañas, Bloomberg dijo que la lucha por el segundo lugar entre los candidatos Ricardo Anaya Cortés y José Antonio Meade Kuribreña “solo está ayudando” a Andrés Manuel López Obrador a consolidar su liderazgo en las preferencias electorales. Su ponderado de encuestas, un ejercicio que suma y evalúa todos los trabajos demoscópicos, le dio al izquierdista tres puntos en apenas dos días.
El panista Ricardo Anaya ha sido ampliamente expuesto ante el electorado por un caso de posible lavado de dinero y corrupción en el que han intervenido autoridades federales y el mismo equipo de campaña de Meade. Pero, a pesar de la embestida, la reacción del candidato de la coalición “Por México al Frente”, que integran los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC), ha sido severa: acusa a Meade de haber cometido desvíos cuando ocupó las secretarías de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y Desarrollo Social (Sedesol).
El Barómetro Electoral Bloomberg –que se basa en un sistema de agregación de encuestas ponderadas por su nivel de calidad– muestra a López Obrador con una ventaja de 15 puntos sobre Anaya, en comparación con los 12 puntos de dos días antes. Este ajuste fue realizado por Bloomberg tras la publicación de la encuesta de Ipsos dada a conocer ayer por Reuters.
Al mismo tiempo, la ventaja de Anaya sobre Meade también se amplió a 6.8 puntos porcentuales, desde 4.6 anteriores.
En la nueva actualización del Barómetro Electoral de Bloomberg, con corte al 3 de marzo, López Obrador, candidato de la coalición “Juntos haremos Historia”, de los partidos Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES), obtiene 42.2 por ciento, su segundo máximo desde que Bloomberg indicó con su rastreo, el 12 de octubre de 2017.
Su porcentaje más alto lo alcanzó el 18 de diciembre de 2017 cuando obtuvo 43.50 por ciento, mientras que el más bajo lo registró el 21 de noviembre con el 30.40 por ciento, el mismo resultado que alcanzó el panista Ricardo Anaya.
El tres veces candidato a la Presidencia se ha mantenido durante cinco meses a la cabeza en el seguimiento de las encuestas de Bloomberg.
Ricardo Anaya se mantiene en el segundo sitio, incluso sube a 27.4 por ciento con respecto al anterior ejercicio. En contraste, José Antonio Meade, de la coalición “Todos por México” , de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (Panal), logra 20.6 por ciento, su tercera peor caída.
De acuerdo con Bloomberg, la decisión del Presidente estadounidense Donald Trump de otorgar a México y Canadá un aplazamiento de 30 días de las tarifas de acero y aluminio con la esperanza de llegar a un acuerdo sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) podría dificultar que el PRI gane puntos en la contienda electoral.
“La táctica [de Trump] podría atar las manos del impopular PRI forzándolo a negociar un trato. Cualquier cosa que parezca ser una concesión a los Estados Unidos podría dañar sus número”, explicó el medio especializado en negocios.
Los independientes Margarita Zavala Gómez del Campo y Jaime Rodríguez Calderón se ubican muy abajo de los tres primeros lugares con 4 por ciento y 1.6 por ciento, respectivamente.
“ÁNGEL” O “APÓSTOL”
Andrés Manuel López Obrador ha sido tratado como “apóstol” y como “demonio” por unos y otros. Es un hombre que polariza. Sin embargo, las últimas encuestas no lo colocan a él como el hombre con los mayores negativos, sino a José Antonio Meade, quien representa al PRI.
El PRI ha dirigido estos años a un México que vio cómo, en apenas poco tiempo, se dispararon los índices de corrupción. Desde el Presidente Enrique Peña Nieto hasta sus gobernadores, “la nueva generación del PRI”, están involucrados en escándalos de desvío de recursos públicos y conflictos de interés.
Pero contra lo que se pudiera esperar, uno de los sectores más conservadores de México, el de los banqueros, ha dicho que no tiene miedo a Andrés Manuel López Obrador.
Hace un año, el 22 de marzo pasado, el entonces presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), Luis Robles Miaja, dijo no estar preocupado ante un posible triunfo del izquierdista. “No tengo ninguna preocupación a que llegue un Gobierno de izquierda, de derecha o de centro, en la medida que sea responsable”, apuntó Robles en la 80 Convención Bancaria de Acapulco.
Cuestionado directamente sobre AMLO, dijo: “Si llegásemos a trabajar con él lo haríamos de la mano, porque al final la banca es una institución que trabaja con instituciones”.
Esto mismo repitió ayer el nuevo presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), Marcos Martínez Gavica:
“No es la izquierda o la derecha, sino qué hace gobernando. La banca trabaja con el país y para el país, y no importa de qué color o de qué lado sea su gobierno. Pero esto lo hacemos en México, y lo hace nuestra industria en todo el mundo”.
Hoy, Mark Alan Weisbrot, un economista estadounidense del Centro para la Investigación Económica y Política (Center for Economic and Policy Research, CEPR) con sede en Washington, dice en un análisis que “al igual que Bernie Sanders en las elecciones presidenciales de 2016, López Obrador está jugando como un externo, en este caso contra lo que él mismo define como una élite corrupta representada por todos los partidos principales que no pueden proporcionar seguridad económica o física para los ciudadanos del país”.
Su análisis, publicado en el New York Review of Books, afirma que “mucha gente creía que México comenzó una transición a la democracia en 2000, cuando el PRI perdió la presidencia. Pero esto ha resultado ser algo así como un mito”.
“La promesa de esa transición nunca se materializó, y México se convirtió en un narcoestado cada vez más violento y profundamente corrupto. Las reformas económicas neoliberales fracasadas que inició el PRI, a partir de la década de 1980, se consolidaron con el acuerdo del TLCAN, que ayudó a acercar a México a los Estados Unidos, económica y políticamente”, agrega.
“¿Qué tipo de democracia se ha desarrollado a partir de este continuo experimento económico fallido? Podríamos esperar que los gobiernos tuvieran que encontrar otras formas de mantenerse en el poder ya que no han estado entregando los bienes. Y tienen bienes. The New York Times informa que el Gobierno mexicano gastó, asombrosamente, casi 2 mil millones en los últimos cinco años para comprar los medios de comunicación, en parte, pagando por publicidad con la condición de que reciba una cobertura favorable”, señala en su ensayo sobre las elecciones mexicanas.
Concluye: “Es difícil decir cuánto podría hacer, o haría López Obrador si es elegido, dadas las fuerzas desplegadas contra él, tanto en casa como desde el norte. Pero si hay un candidato reformista y un partido en esa carrera, es López Obrador y Morena. En julio, los mexicanos decidirán si pueden mejorar como nación más independiente, si pueden defender su derecho a una elección libre y justa”.
En contraste, ayer Enrique Krauze publicó un artículo en el que ve a AMLO como una amenaza, muy lejos de un candidato reformista. En The New York Times dijo:
“Lo que a mí más me preocupa es su actitud ante nuestra frágil democracia. Sus defensores argumentan en su favor su trayectoria como jefe de gobierno en el Distrito Federal (2000-2005), pero en ese puesto no tenía, ni remotamente, el poder absoluto que podría acumular en la presidencia. Si López Obrador decide apelar a movilizaciones populares y plebiscitos, no sería imposible que convocara a un nuevo Congreso Constituyente y procediera a anular la división de poderes, a subordinar a la Suprema Corte y las entidades autónomas, a restringir a los medios y a silenciar las voces críticas. En ese caso, México sería otra vez una monarquía, pero caudillista y mesiánica, sin ropajes republicanos: el ‘país de un hombre’”.
Concluyó: “Ojalá el legítimo descontento de los mexicanos y la urgente necesidad de cambio no desemboquen en el fin de la frágil pero auténtica democracia mexicana”.
En su largo análisis, Krauze dice que López Obrador “ha dicho que no cree en la existencia misma de la democracia mexicana, aunque es en el marco de sus reglas, instituciones y libertades que está en posición de ganar la presidencia. Tampoco confía en el árbitro: el Instituto Nacional Electoral”.
Detalla que “tras perder la elección de 2006 por un margen estrechísimo (0.58 por ciento), se declaró víctima de un fraude, se autodesignó ‘Presidente legítimo’ y sus seguidores ocuparon por casi dos meses el Paseo de la Reforma, la arteria central de Ciudad de México, una acción públicamente criticada”.
“En la elección de 2012 fue derrotado por un margen más amplio (6.62 por ciento) y volvió a reclamar fraude. No ha cambiado desde entonces su desdén por las instituciones de la democracia liberal. ‘Al diablo con sus instituciones’, dijo famosamente en 2006 y no ha retirado esas palabras. Recientemente, acusó a la Suprema Corte de Justicia de ser un instrumento de la oligarquía para dominar al pueblo”.
“Entre sus seguidores y él hay un genuino vínculo de fervor religioso que no es exagerado llamar mesiánico”, señaló el intelectual mexicano.
Hace unos días, el 6 de marzo, AMLO dijo ante empresarios de tiendas departamentales:
“Tengan confianza. Va a ser un cambio ordenado, al margen de la ley, nada; y por encima de la Ley, nadie. No vamos a perseguir a nadie porque vamos a contar con el apoyo de los ciudadanos para llevar a cabo una transformación ordenada. Lo que se necesita en México es justicia, es gobernar con honestidad”.