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Un 8 de marzo de 1857, un grupo de obreras textiles tomó la decisión de salir a las calles de Nueva York a protestar por las míseras condiciones en las que trabajaban.
Distintos movimientos se sucedieron a partir de esa fecha. Es en marzo de 1911, Nueva York fue escenario de nuevo de una huelga polémica para aquellos tiempos. Un grupo de mujeres reclamaba la igualdad salarial, la disminución de la jornada laboral a 10 horas y un tiempo para poder dar de mamar a sus hijos. Durante esa huelga, perecieron más de un centenar de mujeres quemadas en una fábrica de Sirtwoot Cotton, en un incendio que se atribuyó al dueño de la fábrica como respuesta a la huelga.
Días después, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenhague (Dinamarca) más de 100 mujeres aprobaron declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Actualmente, se celebra como el Día Internacional de la Mujer.
En el sitio web de wikipedia.org se menciona el Día Internacional de la Mujer, antes llamado Día de la Mujer Trabajadora, debido la decisión de la ONU de institucionalizarlo en 1975, (día que) “conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona”.
Las razones históricas no encajan y seguramente existen muchas “versiones” al respecto, pero tratándose de la mujer todo resulta con una lógica aplastante.
Sin embargo, resulta complicado ver que el punto original está marcado por las injusticias en materia laboral y en la violación al derecho fundamental de los niños de ser alimentados por su madre. Y son las propias mujeres las que han encimado una serie de reclamos, derechos y conquistas, de manera que el 8 de marzo “celebran” el día internacional de las mujeres y todos las felicitamos, incluso ellas mismas lo hacen.
Y si es la adversidad, el dolor, el trabajo, el sufrimiento, la desesperanza, el cansancio y entre todo esto el amor por los hijos, yo conozco una Mujer que tendría bien ganado su propio “día internacional de la Mujer”.
Casada con un hombre que por la dedicación y entrega a su trabajo enfermó de epilepsia en el 4º año de matrimonio mientras que ella esperaba ya su 3er hijo. Una acelerada combinación de situaciones que llevaron a la incapacidad laboral del esposo mientras que la familia crecía año con año hasta sumar 8 hijos en 10 años.
Las constantes situaciones de enfermedad de los hijos y su esposo le dejaron sin opción de enfermarse. En más de una ocasión tuvo que “ceder” en custodia a alguno de los hijos con familiares, sólo mientras lograba estabilizar la situación ante las severas crisis convulsivas que sacudían a toda la familia y hasta el pequeño cuarto de madera, techo de lámina y piso de ladrillo, en un muy humilde vecindario.
Atender 8 hijos, esposo enfermo y además trabajar para alimentarlos a todos, mandarlos a la escuela y supervisar los deberes escolares, es un acto de heroísmo que seguramente las mujeres modernas podrán hoy dimensionar.
Lo extraordinario de todo esto es que a pesar de todas esas adversidades la extraordinaria voz que Dios le dio se convertía en cantos y alabanzas que apaciguaban los miedos y temores, calmaban el dolor y acariciaban el alma.
Durante 30 años esa mujer se consagró completamente en ser la ayuda idónea de su esposo hasta que Dios se lo llevó.
Hoy, a sus 87 años y viuda desde hace 31 años 5 meses y 3 días, Doña Chelo es el ejemplo vivo de una extraordinaria mujer que Dios creó y dotó de la fuerza y el valor suficientes, que envueltos en amor por su familia han dado como resultado un pequeño ejército de 9 bendecidos hijos, 30 nietos y 31 bisnietos que con mucha justicia la sentimos La Mujer del Siglo y digna del reconocimiento de todos y todos los días. Ella es mi Madre.