Ante los altibajos que provoca un sujeto tan inestable en sus emociones como Donald J. Trump, en la relación bilateral con México, el país necesita para los próximos seis años un presidente (a) de la República mesurado, que sepa enfrentar los ánimos procelosos de un hombre al que, en los propios Estados Unidos (John Brennan, ex director de la CIA), ya califican como ‘inestable, inepto, inexperto y antiético’, nada más.
Ante los ataques de locura de nuestro vecino, necesitamos cordura; ante los desvaríos y desfiguros, se necesita templanza; ante su irracionalidad irrefrenable, necesitamos inteligencia emocional y racional. Es difícil, es muy complicado, los alardes salen sobrando, el tipo es intratable e imprevisible, gobierna con la entraña y de acuerdo a como esté su estado de ánimo.
Además, Trump es un sujeto al que México le importa poco o casi nada. Nos vaya bien o nos vaya mal le tiene sin el menor cuidado. Para él, desde su achatada visión como estadista, lo primero es América (USA, pues), pero no precisamente porque de esa manera vaya a recuperar la preponderancia de su país como primera potencia económica del mundo, sino porque es una forma de gobernar basada en las ocurrencias, en la política como ficción, en las supersticiones y en los prejuicios. En su mente no hay tratados de política, ni nada que se le parezca.
Contrario a lo que domina hoy en día en las administraciones públicas de las principales democracias del mundo liberal, en el mundo de Trump no puede haber tanques de pensamiento (Think Tank) que conciban un marco de políticas públicas con racionalidad. Es difícil lidiar con tipos como Trump, que creen que como ya triunfaron en el mundo de los negocios, poca gente les puede enseñar a vender chiles. Son difíciles porque sienten un profundo desprecio por todo cuanto los rodea.
Con él cabe muy bien aquello de “el que manda no se equivoca, y si se equivoca, vuelve a mandar”. Con Trump es imposible negociar sobre la base de razones, el raciocinio no es lo suyo. Por eso en no nos podemos equivocar en la próxima elección. En lo personal no me convencen los alardes de Andrés Manuel, de que “el gobierno de Estados Unidos y en especial Donald Trump, tendrán que aprender a respetar a México y a su gobierno, por lo que acabarán los insultos y el racismo en contra de nuestro país si él llega a la presidencia de la República”.
Tampoco me convence su ofrecimiento de convertir a los 50 consulados de México en Estados Unidos en procuradurías de defensa del migrante. Habría que ver si eso está contemplado en el derecho internacional y en el marco institucional bajo el cual funcionan y operan las representaciones consulares de los Estados en el extranjero.
Por último, tampoco le compro el alarde aquel de que el TLCAN debe ser negociado por el próximo gobierno, en donde alardea nuevamente al presuponer que él va a encabezar a ese nuevo gobierno, lo cual no descarto del todo, pero de eso a que tenga un equipo negociador en su equipo como para variar el tono ríspido que han tenido las rondas negociadoras del tratado hasta el momento… la verdad que no me la trago. De lengua me como un taco.
gama_300@nullhotmail.com @marcogonzalezga