La buena noticia es que la teoría conspirativa según la cual Facebook e Instagram espían a los usuarios mediante los micrófonos de sus teléfonos es falsa. La periodista Joanna Stern, especialista en tecnología de uso personal de The Wall Street Journal (WSJ), lo comprobó con la cita de varios expertos.
La mala noticia es que las aplicaciones de Mark Zuckerberg tienen hoy tal excelencia para registrar lo que sus usuarios hacen online y offline que, en la práctica, en efecto los espían con el fin de ajustar la publicidad que les ofrecen, es decir, de ofrecerles a los anunciantes un producto —la gente que tiene cuentas en esas plataformas— cada vez más exacto para sus avisos.
La publicidad es un básico importante de la libertad en internet, pero las empresas que compran y venden avisos se están convirtiendo en acosadores”, escribió Stern. “Necesitamos comprender lo que hacen, y qué podemos —o no— hacer para limitarlos”.
Como muestra en el video, una simple compra en un establecimiento físico puede recorrer el camino hasta el almacén de datos para correlacionar con Facebook. Basta con que, por ejemplo, en una farmacia la persona presente su tarjeta de cliente (tarjeta de fidelidad o de puntos, según los países) para que comience el proceso.
Una tercera parte, que nada tiene que ver con la farmacia o con la red social, un recolector de datos, lo suma al historial de compras que obtiene de ese comercio. Las diferentes marcas que venden productos en esa farmacia le pagan al recolector de datos por la información; “con el uso de herramientas de Facebook, la información de mi tarjeta de cliente —correo electrónico, número teléfonico, etc.— se asocia a mi cuenta en Facebook“, ilustró la periodista de WSJ.
Y listo: en su muro aparecen publicidades de otros productos de esa marca, que tienen afinidad con el que ella compró.
“Facebook trabaja directamente con seis brokers de datos”, dijo, para inquietud de los usuarios. Pero todos permiten que los individuos manifiesten que no desean que se compartan sus datos personales. En todo caso, siempre queda un recurso más radical, pero más simple: “O bien no use tarjetas de cliente o regístrelas con un email o un número que no use”, aconsejó entre su plan de medidas para reducir al menos un poco el acoso publicitario en la red social más famosa.
El historial de compras es una herramienta que suele combinarse con otra más rica todavía: el seguimiento del paradero del usuario. “¿Se detuvo en un comercio? ¡Un aviso le recordará que regrese! ¿Está cerca de una de sus sucursales? ¡Tome este cupón!”, citó como ejemplo Stern.
En el teléfono, siempre pegado al usuario, las apps de Facebook, Instagram y otras “recolectan tus paraderos utilizando varios métodos: direcciones IP, redes wifi a tu alrededor y, con toda probabilidad, tu permiso directo para que utilicen la ubicación de tu teléfono”.
Por último, cuando alguien busca en su navegador información, la compañía de Zuckerberg recurre a un plugin, Pixel, instalado en cientos de miles de páginas web y apps “para que los anunciantes y Facebook puedan rastrear tu actividad en internet”. Esa búsqueda —sobre, para seguir con el ejemplo de la farmacia, un analgésico—, sumada a todas las demás cosas que Facebook sabe del usuario —además de las citadas, también si alguna vez se ha referido al dolor de cabeza, por caso— le permiten afinar las publicidades que aparecen, tras la búsqueda, como magia, en el muro.
¿Cómo hacer para que Facebook no te espíe?