Por Ramón Durón Ruíz (†)
Hay un cuento, que por fascinante traigo a esta columna: “Una persona cortaba leña, misma que era vendida del otro lado del río, por un fuerte trabajador que le ayudaba a llevar las cargas de leña del otro lado.
Pero un día su auxiliar no llegó, cuando él intentó llevar la pesada carga de leña, se dio cuenta que no podía… y por más intentos que hacía, estos eran infructuosos. Un hombre tan viejo como sabio que lo observaba le dijo:
— ¡Uno a la vez!… El leñador entendió el mensaje y así lo hizo, llevó de uno en uno, hasta que terminó de cruzar el río con todos los leños.”
Creo que la moraleja de la historia es excelente, cuando tengamos problemas –porque todos los tenemos– no olvides que estos nos sirven como el viento en contra a los aviones, pa’ levantar vuelo, enfrentémoslos de uno en uno, no nos desesperemos, dejemos que las aguas del río de la vida, fluyan a su ritmo y a su tiempo.
Quien quiera vivir una vida sin problemas, se equivocó de mundo, aquí los únicos que no los tienen son los muertos. Frente a la adversidad ten el amor propio de regocijarte.
Si el problema es que para ir a la escuela tenemos que caminar varios kilómetros, por una parte veamos que tenemos el milagro de asistir a educarnos, mientras millones de seres humanos carecen de educación y por otra que tenemos pies, mientras miles de enfermos darían mucho de sí por tenerlos.
O si, nuestro jefe es insoportable en el trabajo, el milagro es que tenemos un espacio en el que podemos dejar pintado nuestro semblante en la faena.
Recuerda que nadie vino a este mundo a retener bienes materiales, dinero o poder, la gente sólo se lleva el amor que cultivó o el bien que supo hacer al prójimo.
La razón de tu vida, es ejercitarte para aprender a disfrutar el racimo de milagros que hay en tu existencia, aprendiendo a amar, a compartir, a ser feliz, a trabajar cada día para ser mejor y evolucionar espiritualmente, ello favorece a elevar tu autoestima y a la armonización de tu vida con el universo.
Con ejemplar sabiduría el Dalai Lama afirma: “Sólo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno, se llama AYER y el otro, MAÑANA. Por lo tanto HOY es el día ideal para amarnos, crecer, hacer y principalmente vivir”
El libro de libros –la Biblia– dice: “Para el que se siente infeliz, todos los días son malos; el que tiene el corazón alegre, siempre está de fiesta” pues esa es la vida, una celebración a la que hay que aprender a gozar, amar y deleitarse.
HOY, “disfruta tu compañía” y sé tú mismo; elige escuchar la voz de tu corazón; entrégate a la gratísima experiencia de vivir en el aquí y el ahora a plenitud, sabiendo que todo juega un papel en la vida; atrévete a pensar positiva y creativamente, a soñar en grande, a mirar hacia el infinito… “acabarás por tener alas”.
Trabaja en estar bien contigo, para que tu existencia funcione, en construir una vida extraordinaria, teniendo la humildad de aprender de los niños y de los ancianos; de los niños, su inacabable entusiasmo y alegría sin fin, su capacidad de dar y perdonar; de los ancianos, su amor al misterio de la vida, su gratitud por los diarios milagros, su gusto por lo sencillo, su profunda espiritualidad y su sabiduría sin par que los lleva a encontrar el por qué y para qué vivir, sabiendo que el buen sentido del humor es fuente de juventud.
A propósito de humor una mujer, va con el doctor, una vez concluida la consulta, este le dice:
— Puede vestirse señora.
Al pasar al vestidor ella se asoma y le dice:
— Doctor, discúlpeme ¿mi calzón?
— ¡No está! –responde.
— Si no aparece voy a verme en la necesidad de llamar a mi abogado.
— ¡Señora! –dice apenado el facultativo– pero si yo no toqué su calzón, además ¡tampoco es para que llame a su abogado!
— Pues discúlpeme pero le voy a llamar.
Tomando inmediatamente su celular llama:
— Licenciado… ¿NO DEJÉ POR AHÍ MI CALZÓN?
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