Desde hace muchos años soy un lector asiduo de los artículos y los libros del antropólogo Roger Bartra. Tengo un gran respeto por su trayectoria intelectual y su pensamiento de izquierda crítica a la que siempre ha sido fiel.
Él es un ave rara en el mundo de la izquierda mexicana tan propensa al oportunismo, al pragmatismo más vulgar y también fácil de acomodarse a las ofertas del poder. Su artículo “¿Dónde está la izquierda?” (Reforma 06.03.18) me parece muy lúcido y me identifico con él.
Plantea que en México existen tres espacios políticos de la izquierda: uno es el sector que “ha quedado aplastado por el abrumador conservadurismo de López Obrador. Desde hace años he explicado que este líder populista es un conservador que no tiene nada de izquierda. Y hoy se ha vuelto francamente reaccionario. En su partido ya casi no se perciben los signos vitales de la izquierda. Predomina ahí un espíritu restaurador que sueña con volver al priismo de los años 60 y 70”.
Coincido y en diversos artículos y entrevistas de radio y televisión he sostenido también eso. No entiendo cómo alguien puede decir que López Obrador es de izquierda. Con lo que dice y de sus textos se puede ver que su propuesta central deriva de los planteamientos de Echeverría y López Portillo. Y en otros temas está muy cercano a la posición de las iglesias evangélicas francamente reaccionarias.
Otro espacio es “la izquierda con una vocación reformista y socialdemócrata que sobrevive con dificultad en el PRD y se ha adherido a un Frente con el poderoso partido de la derecha democrática, el PAN” y añade que “El PRD está compuesto de tribus enfrentadas, algunas de ellas son poco más que grupos oportunistas con poca sustancia política. Sin embargo, en el laberinto de sus querellas internas se alcanza a percibir los destellos de una izquierda moderna”.
También coincido en esta valoración. A pesar de la crisis profunda que ahora vive el PRD, que en buena medida obedece a un oportunismo marcadamente electoral que dejó de lado principios fundamentales, siguen existiendo, como lo señala Bartra, “destellos” de una izquierda moderna que se reflejan en su posición sobre temas como la ampliación de los derechos (aborto, matrimonio igualitario…) y las libertades individuales.
El último es lo que Bartra llama la “corriente infrarrealista” que es “un conjunto de expresiones ideológicas que incluyen al EZLN, a los estudiantes de Ayotzinapa y a una infinidad de grupos ultraizquierdistas que pululan en el subsuelo de la política”. Y añade que fuera de estas tres grandes corrientes “la mayor parte de la izquierda se encuentra dispersa en la sociedad, al margen de los partidos y los grupos políticos. Es una numerosa masa de votantes que se enfrentan a la confusión, perpleja ante la dificultad de encontrar opciones atractivas”.
Coincido con Bartra en que la mayor parte de la izquierda que existe en el país está dispersa, desorganizada y no simpatiza con ningún partido de los que supuestamente se asumen como tal. Los rechazan porque en ellos sólo ven plataformas electorales oportunistas sin un real compromiso con los planteamientos de la izquierda moderna, hoy presente en la socialdemocracia sobre todo de países europeos.