Por Ramón Durón Ruíz (†)
Este 23 de marzo la nación recuerda la dolorosa partida de Luis Donaldo Colosio Murrieta, un político que creía en el poder de las regiones, sabía que las mejores expectativas y estrategias vendrían de ahí; soñaba con implementar un combate coherente en la lucha contra la pobreza, aspiraba a llegar hasta las últimas consecuencias, pugnando por la perspectiva comunitaria.
Luis Donaldo tenía como propósito encabezar un gobierno cercano a la gente, donde la iniciativa popular fuera el eje fundamental de su quehacer público. Soñaba en convertirse en el líder del cambio, construir un nuevo horizonte para la juventud, garantizar la paz, fortalecer la unidad nacional y buscar los nuevos estadios de progreso a través de amplios consensos y acuerdos.
Colosio es uno de los políticos que más ha impactado por su integridad, actitud y temple al México moderno, un hombre que venido del norte ha ingresado a la historia por su sencilla personalidad, por los cambios y por las aspiraciones que planteaba para un México que él veía con “sed y hambre de justicia.”
Más que un candidato del PRI a la presidencia de la República, fue un mexicano que sumó entorno a sus palabras, a sus actitudes, a sus propósitos, a sus sueños a la mayoría de los mexicanos que ante la estupidez de su asesinato, aun siendo apartidistas, lloraron su partida, sabiendo que con él México perdía una parte de su ser.
Era un político amigable, sencillo, sensible, alegre, humano, que creía que el presidente debía ser el instrumento de los anhelos populares, que éste debería buscar el contacto ciudadano, el trato con su gente, porque “presidente que pierde el contacto con su gente… pierde el piso”.
Tuvo el talento de incluir en torno a su proyecto político a una generación tan valiosa como valiente, de mexicanos que tenían mucho que aportar al país, todos con el común denominador de pensar nítidamente en el porvenir, de diseñar un nuevo horizonte para jóvenes y obreros, amas de casa y empresarios, para profesionistas y campesinos.
El 6 de marzo de 1994, con motivo del LXV aniversario del PRI, se desarrolló un evento en el monumento a la Revolución en la CDMX, los encargados de la tramoya involuntariamente trazaron una cruz monumental en la mampara, que unido a que a la hora de su discurso Colosio al abrir los brazos, pareciese que estaba inmolado, como presagiando su encuentro con la historia.
Desde ahí, en un mensaje que resonó en los cuatro puntos cardinales, delineó su programa de gobierno mismo que contrarió a la alta burocracia, sobre todo cuando dijo: “Me propongo encabezar un gobierno para responder a todos los mexicanos, el cambio con rumbo y responsabilidad no puede esperar, es la hora de un nuevo impulso económico, es la hora de crecer sin perder la estabilidad financiera ni la estabilidad de precios, la de traducir las buenas finanzas nacionales en buenas finanzas familiares, la de convertir la estabilidad económica en mejores ingresos para todos.
Es la hora del gran combate a la desigualdad de la superación de la pobreza extrema, es la hora de la nueva oportunidad en el campo, la de dar certidumbre al ejido y a la pequeña propiedad, es la hora de promover la inversión en el campo, es la hora de superar la soberbia del centralismo, de reformar el poder, para convertirlo en el poder del ciudadano, es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad”
Soñaba con un México reconciliado, unido, trabajando en una paz constructiva y creadora; pero en Lomas Taurinas aquel miércoles 23 de marzo de 1994, las balas del odio y el resentimiento disparadas desde una pistola “Taurus” por Mario Aburto, cortarían las alas y cancelarían los sueños del líder de… LA GENERACIÓN DE LA ESPERANZA.
Este es el momento en el que nuestros políticos nacionales, en la búsqueda del poder que generan las elecciones del próximo mes de julio, tomen la dirección de “dejar de tener una pobre actitud democrática carente de ideas y propuestas” desistir de denostarse y busquen el trabajo en equipo… LA HISTORIA SE LOS AGRADECERÁ.
En ese sentido, el Filósofo de Güémez goza del poder del humor, porque su buen amigo el tiempo, le ha enseñado que te lleva a encontrar el lado positivo de la existencia y a compartirlo con quienes te rodean. Hoy déjate sorprender por la fraseología llena de ingenuidad, buena fe, obviedad y simplicidad de este viejo campesino:
“Hay dos formas de actuar en política: una es creerlo todo, la otra… ¡no creer nada!”
“Las cosas duran… ¡hasta que se acaban!”
“‘Onde sobra… ¡no falta!”
“El que anda de buenas… ¡no puede andar de malas!”
“Los candidatos a Diputado son como los camarones… ¡con uno que salga bueno ¡ya ‘ingamos!!”
“Hay campañas que sirven… ¡pa’ pasear la ignorancia!”
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