Gilberto Haaz Diez

*Cuando he estado trabajando todo el día, un buen atardecer me sale al encuentro. Camelot

ARDE VERACRUZ DE LA CALOR

El sábado suelo irme a Boca y Veracruz, dos ciudades que son como hermanas. Había carrera en el bulevar y donde comimos, el Llagar del hotel Punta Azul, comenzaban a señalarnos que cerrarían esa parte y entonces, nos trasladamos a dos cuadras y dejamos el auto para que, a la salida, no quedáramos atrapados sin salida, como la cinta de Jack Nicholson. En el restaurante El Llagar comimos un arroz con bogavantes, como en España, rico y sabroso. El bogavante es un crustáceo muy parecido a la langosta, para nosotros es langosta, para los gachupas, bogavante. Veo al otro día en los twiters que el gobernador por ahí anduvo, en esa carrera de ese bello bulevar donde se promueven todo tipo de eventos, cerca de esa zona donde han sembrado palmeras y veíamos Rico, mi hermano Enrique y quien esto escribe, el deterioro que luego da el viento de mar y que el salitre pega y jode a los edificios, un árbol que brilla por luz propia en ese sitio entre palmeras borrachas de sol, diría aquel poeta, la próxima semana lo retrato, no sé qué sea, mi jardinero no anda a la mano, pero me parece un álamo, entonces nos acordamos de otro árbol que trajimos de París, un plátano negro, que no es de plátanos, un árbol casi mágico que encontramos al pie del Sena, donde se alojan los buquineros, el término buquinista (en francés bouquiniste) se refiere a los vendedores de libros antiguos y de ocasión, y desde el punto de vista etimológico, la palabra deriva de bouquin (libro y sobre todo pequeño libro, o sea ediciones de bolsillo o de dimensiones de menor tamaño que lo usual). Los ‘bouquinistes de París’, Francia, son los vendedores de libros usados y antiguos que ejercen su oficio a lo largo de amplios sectores de las orillas del Sena: en la margen derecha del Pont Marie al Quai du Louvre, y en la orilla izquierda del Quai de la Tournelle al Quai Voltaire. El Sena se describe así como el único río en el mundo que se extiende entre dos filas de estanterías y puestos de venta. Ahí cada que voy me aparco y lo camino, venden los libros viejos y las postales del viejo París, desde las modelos cuando eran gorditas, no como ahora que usan anoréxicas casi, y cuando París si era una fiesta, antes que llegara Hemingway a bautizarla así y antes que Enrique IV dijera que bien valía una misa. Ese árbol lo trajimos cuidado como la niña de los ojos. En el avión casi de contrabando, por aquello de la prohibición a los alimentos y las frutas y los árboles. Llegó y primero se plantó en Veracruz, la calor no lo dejaba darse, me lo traje a Orizaba y el clima más frío no lo dejó crecer, hasta que se marchitó, entonces lo abandonamos como se abandonan los zapatos viejos (Sabina dice) y entendimos que lo único que requería el árbol para crecer era el viento del Mediterráneo, y no era aquel Árbol y yo, que cantó Alberto Cortés, quien junto a su madre lo plantó en el límite del patio donde termina la casa.

LA CARRERA DEL GOLFO

Cuando salimos de comer, aún no pasaban los corredores de a pie de la Carrera Internacional del Golfo 10k donde, publicita el gobernador en su página de Facebook, participaron unos 6 mil atletas. Yunes también corrió, se puso su playera naranja dantista, short negro y zapatos azules de Anaya, con su reloj económico, y a darle con esa condición física que gana todas las mañanas, cuando dicen los lecheros madrugadores que le ven pasar como el jamaicano Usain Bolt, muy rápido, mas que Speddy González, para que los pide chambas que se levantan temprano no lo alcancen, o aquellos que aún le cantan: toma chocolate… Ahí a veces también se dan campeonatos o vueltas ciclistas nacionales, uno suele ver llegar en la autopista a los autos con las bicuas colgadas o llevadas atrás de los automóviles, en un evento que quieren hacer, guardando sus debidas proporciones, como la Vuelta ciclista de Paris. Esa afamada Tour de Francia, que recorren provincias y termina en el centro de París, cuando también circulan al pie del Sena, donde los buquineros. Carrera creada en 1903 y solo suspendida en las dos grandes Guerras Mundiales. Así quiere Boca del Río ser. El Gran Circuito de las Grandes Vueltas, donde el español Indurián ganó cinco veces, al igual que Eddy Merck. El ciclismo es bello, un buen ejercicio, nosotros en Tierra Blanca, un lugar que no tiene mar ni velódromo como Xalapa, de chiquillos veíamos correr a nuestro amigo, Antonio López Castellanos (QEPD) conocido como el ‘Burro Mielero’, campeón estatal de ruta en los años 60s, gran atleta del ciclismo y orgullo pueblerino nuestro. El clima estupendo, la playa del hotel, llena, su par de albercas en el último piso, repleta de turistas. Veracruz y Boca es el sitio donde más gente llega. La hospitalidad de los veracruzanos y su hotelería de muchos sabores, colores y precios, y su buena comida, la hacen excelente para los turistas de Oaxaca, Puebla, la Cuenca, Xalapa, Córdoba y Orizaba y los que se les ocurran. Los cafés, llenos, los restaurantes, llenos, todo lleno pero siempre se puede llegar y sentarse y tomar mesa. Vayan a Veracruz, no se arrepentirán. Chingona ciudad.

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