«En 1987, en el ITAM tuve la fortuna de conocer a un estudiante que siempre se sentaba en la última fila del salón, que nunca tomba apuntes y que siempre sacaba 10, José Antonio Meade. En 1994 coincidimos en EU, en la Universidd de Yale. Vivíamos en el mismo edificio, él y Juana Cuevas dos pisos arriba. Ahí conocí su generosidad y sus valores familiares; casi a diario hablaba por teléfono con sus papás y hermanos. Ya en México, en él servicio público, jamás José Antonio tomó una decisión en contra del bien público y muchos menos en su propio beneficio». Lo comenta Jaime González Aguade- ex-Presidente de la Comisión Nacional Bancaria- en «Excelsior».