*Robert de Niro en la película Casino: “Se trata de hacerles jugar el mayor tiempo posible. Cuanto más juegan, más pierden. Y al final, nos lo quedamos todo”. Camelot

LA LUDOPATIA (PARTE V)

Suelo de vez en cuando tocar el tema de la Ludopatía (adicción al juego), porque es tan adictiva y complicada como el alcoholismo y la drogadicción, enfermedades todas ellas. En México, en los gobiernos priístas estuvieron erradicados los casinos del país, sabían los gobernantes que nuestro pueblo es jugador y perdedor, y a veces se juega la vida y a veces tampoco se respeta al que gana. El mexicano es jugador por nacimiento, si no tiene lana juega a los volados, nomás por divertirse. O a la rayuela o a lo que se ofrezca. Santiago Creel, un encumbrado panista en tiempos que fue secretario de Gobernación del locochón Vicente Fox, el muy canijo y gandalla con su carita de no rompo un plato, antes de irse como el jibarito, loco de contento con su cargamento para la ciudad, en mayo de 2005, pues en junio se fue de precandidato a contender en la interna con Felipe Calderón, que lo derrotó, aprobó una infinidad de concesiones de casinos, y llegaron a pulular en las ciudades. El juego era prohibido en México, y no culpen de todo a Echeverría, como ahora le asestan los anayistas que AMLO es como Echeverría, el que gobernó Arriba y Adelante creó Cancún, un paraíso turístico de México. Pero iba a la ludopatía. Decía que en México estaba prohibido el juego y quienes jugaban cartas o póker o ruletas lo hacían a escondidas, en sitios muy escondidos, aunque la autoridad lo supiera, pero eran pocos esos viciosos, o en los velorios afuera de las casas mientras le lloraban al difunto con café con canela y pan de conchas, en unas bancas de madera largas a la calle donde les daban las diez, y la una y las dos y las tres, jugaban entre los rezos al difunto, al menos así lo recuerdo en Tierra Blanca, donde todos los velorios eran en las casas.

PROLIFERACION

De repente proliferaron los casinos (En Orizaba hay dos en dos plazas comerciales) y hay historias terribles. He sabido de gente que ha perdido su empleo, su casa y vive una vida terrible, de arrepentimiento porque, cuando se quedó sin nada, se acercó a un grupo donde les orientan, que son como los de Alcohólicos Anónimos, se dan la mano y se motivan a dejar de jugar, que es una adicción como el alcohol y las drogas. He sabido por amigos de señoras que van y dejan lo del mandado, y salen llorando porque ya no les alcanzó para la comida, para el sustento, todos llevan la esperanza de que ganan y es mentira, nadie gana, ganan un día a lo mejor, pero al otro día vuelven a dejar lo que ganaron. En la balanza del mes, salen perdiendo. Vamos, es como en Las Vegas, que tienen un refrán, aparte de ese mamón de que lo que ocurre en las Vegas se queda en Las Vegas, el otro refrán es: “Aquí solo la casa gana”. Y es cierto, la ley de probabilidades les da a que esas máquinas entreguen algo, pero la mayoría es utilidad de la casa. Santiago Creel allí sigue de cínico con su sonrisa mamona, envolviendo al panismo; al dormir debía persignarse y encomendarse a Dios por el gran daño que le hizo al país, mas a las clases necesitadas que van a esos casinos a que los despeluquen, a que los desplumen con lo poquito que llevan, es sentido y doloroso por la gente de escasos recursos, los que tengan y sean ricos, allá ellos, que con su pan lo disfruten. En Orizaba hay un grupo de ayuda, como lo debe de haber en todas las ciudades. Va un teléfono de un grupo registrado a nivel estado, reconocido por Jugadores Anónimos (JA), fundado en 1957 en California, y en Monterrey se encuentra la sede a nivel nacional. La página es: Jugadores Anónimos Orizaba/JA. Teléfono, por si quieren: 272 181 374.

EL DESCARO DE LOS DICTADORES

Lula da Silva, brasileño como Pelé, que llegó precedido de una fama de gente honesta y que, cuando llegó el día de votar por él, votaron los brasileños al ritmo de la sambinha, a poco o mucho tiempo se vio envuelto en escándalos de corrupción y anda enliado con entrar a la cárcel, aunque busque otra elección. Oh, ese poder: obnubila a los inteligentes y pone locos a los pendejos, decía el profeta Kamalucas. Sucede que Lula está enojado ¿con quién creen?, no con sus votantes ni opositores, está enojado con Netflix porque Netflix narra una historia donde lo corrompieron los de Odebrecht. A Lula le asestaron una serie, ‘El Mecanismo’, donde desatan el mayor escándalo de corrupción en su país, desde que El Corcovado nace y ve pasar el tiempo, como la Puerta de Alcalá en Madrid. Bien lo decía Thomas Jefferson, en aquella su legendaria frase: “Prefiero una prensa sin gobierno, que un gobierno sin prensa”. Aguanta, Lula, total, que tanto es tantito.

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