La semana pasada, el viernes 6 para ser exactos, el brillante Doctor en Economía por la Universidad de Harvard, Gerardo Esquivel, a quien, entre paréntesis, hemos visto con mucha como comentarista en ‘Es la hora de opinar’ de Leo Zuckermann, y que se acaba de estrenar como parte del equipo de asesores de Andrés Manuel López Obrador, publicó en El Universal un interesante artículo sobre el papel que ha jugado el Estado en México de Miguel de la Madrid a los tiempos actuales.
Comienza su colaboración con una pregunta: ¿Cuál debe ser el papel del Estado en la actualidad?, y hace una reseña de cómo ha ido variando en tamaño y presencia de acuerdo a los diferentes momentos y modas que se han vivido en el mundo, y de los cuales el país no ha sido ajeno. Con MMH comenzó la etapa de ‘adelgazamiento’ del Estado. Pasamos del llamado Estado obeso a un acortamiento digamos que casi obligado por los excesos en cuanto a su abultada presencia en los gobiernos de Echeverría y López Portillo.
El Estado tenía metidas las manos prácticamente en todas las ramas de la economía. No era un Estado regulador, rector, era un actor más de la economía. Además, su presencia era desordenada, generaba atonía, presentándose ciclos recurrentes de inflación, devaluación y crisis e inestabilidad macroeconómicas, además del incremento del déficit público y de la deuda pública. Muchos abusos en verdad y también mucha corrupción, para que más que la verdad.
De ahí irrumpieron en el escenario internacional Ronald Reagan y Margaret Thatcher y una nueva moda económica internacional se impuso, secundada o avalada por organismos financieros internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la OCDE, el ‘Consenso de Washington’ emergió delineando la política económica del mundo occidental, el conocido coloquialmente como el mundo libre. La época de la desregulación económica, de las privatizaciones y del Estado mínimo había llegado, conocida también como neoliberal.
Hasta ahí me parece que todo está claro. La película la conocemos en México, hubo un abuso, diría que un exceso, sobre todo en el salinismo y Zedillo no fue la excepción.
Con Vicente Fox se siguió más o menos la misma línea, y en algunos casos hasta se exacerbó, el Estado en la persona del gobierno abdicó incluso de su papel como interventor, regulador y árbitro del juego económico, recordar aquella triste expresión en el conflicto del canal 40 cuando la opinión pública le exigía interviniera en el conflicto aplicando la legalidad y la autoridad del Estado: ¿Y yo por qué?
Yo creo que la clave está en recuperar la concepción alemana del Estado de Konrad Adenauer: “Tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”, tal vez el modelo económico más exitoso conocido como la economía social de mercado. El Estado ante todo debe ser, además de rector y regulador, garantista de los derechos de los actores sociales y económicos. El Constitucionalismo, la legalidad, la gobernabilidad, la gobernanza, la educación pública, la seguridad pública y una división de poderes efectiva, apoyada en organismos públicos autónomos perfectamente definidos y delineados en sus tareas de apoyo técnico al Estado, deben ser la delimitación estatista.
Más Estado, menos gobierno. Más Estado, menos hombres fuertes.