El presidente creo que no entiende que el país se le está diluyendo, se le está escurriendo entre las manos. A veces tengo la impresión de que, faltándole siete meses y medio para entregar la banda presidencial, el hombre como que ya tiró la toalla.
Me parece que está exhibiendo una absoluta falta de responsabilidad política. Y no hablo precisamente por los escándalos en los que se vieron inmersos él y Luis Videgaray por lo que se supone una operación en donde hubo conflicto de intereses por la compra de las casas, blanca y de Malinalco, ni tampoco por la fallida licitación del tren rápido de la Ciudad de México a Querétaro, o el socavón del libramiento de Cuernavaca, o el no menos escandaloso asunto del tren rápido de la capital a Toluca. No, me refiero a su falta de interés ante un tema que está ahogando al país como la inseguridad.
El principal beneficiario de su preocupante falta de interés y desapego a las responsabilidades como Jefe de Gobierno y de Estado, puede ser Andrés Manuel López Obrador, candidato del frente opositor “Juntos haremos historia” conformado por los partidos Morena, PT y PES. Creo que, con todo respeto para los seguidores del tabasqueño, México merece algo mejor. Y no me refiero precisamente a Meade o a Anaya.
El presidente necesita retomar el timón del país. Necesita poner orden y recuperar el liderazgo del gobierno. Hay un hartazgo en la población porque por donde quiera hay señalamientos de corrupción, y el presidente cree que por el simple hecho de evadirlos en sus temas centrales, con eso será suficiente para que se diluyan o se le olviden a la opinión pública.
Y qué pena porque en su gobierno hay muchas cosas rescatables, que son las luces, digamos, pero también hay historias de corrupción comparables a las peores épocas del país, me refiero a las de Miguel Alemán y José López Portillo, por referirme a dos casos muy sonados.
La elección del próximo 1 de julio próximo puede significar la derrota más escandalosa para su partido. Se pueden perder la presidencia, la mayoría, -sino es que todas- de las gubernaturas que están en juego y la mayoría en ambas Cámaras del Congreso Federal.
Y no es que no veamos las cosas buenas que hay en su gobierno, somos los primeros en reconocerlas, nada más que en contrapartida, hay una indolencia desesperante e imperdonable ante señalamientos de corrupción y su falta de oportunidad para aplicar correctivos. cuando era un imperativo que lo hiciera como en el caso de algunos ex gobernadores, pero también para consignar a dos o tres secretarios de Estado y un ex director de Pemex, y aun así sería aventurado adelantar que tales acciones podrían salvar a su gobierno y rescatar para su partido la elección presidencial.
No adelanto la derrota del candidato del PRI-PV-PANAL el próximo1 de julio, pero para inclinar la balanza a su favor se necesita que el presidente dé un golpe de timón que quien sabe si se atreva a hacerlo.
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