*El infierno es esperar sin esperanza. Camelot

EL DIA DESPUES DEL DEBATE

Lo que quedó del debate fue como aquel dicho: todo mundo habla de él como le fue en la feria. Cada war room de candidatos dicen que el suyo ganó. Los más que Anaya, pero que a López Obrador no le quitó ni una pluma. El Ruso promete que tocará el cielo con el 50% del electorado a su favor, que eso no lo tiene ni Obama, ni lo ha tenido Trump ni Kennedy en el tiempo que venció a Richard Nixon. Las mesas de los grandes analistas ayer deshojaron los porqués. Los de Foro TV: Zuckerman, Javier Tello, el mejor de todos, Aguilar Camín y el mamila Jorge Castañeda, los más picudos, concluyeron lo mismo. Anaya gana pero no vence. Es decir, vence pero no convence. López Obrador anda sobrado, con todo y que cometió errores porque se la vivió con la cabeza abajo buscando los cabetes de sus zapatos, o buscando sus acordeones, como en la escuela. Eso lo tiene que corregir para el segundo debate. Hay que llevar en el coco las respuestas. El más maltratado fue Pepe Meade. Pobre, nadie le da esperanzas, es una lucha de dos, dicen ya. Carga el lastre de un gobierno al que señalan de mucha corrupción y de mucha impunidad y de un valemadrismo infinito. El caso Gerardo Ruiz Esparza tiene a Meade en el fondo, o en el agua, como el personaje de la película La forma del agua, de Guillermo del Toro. Y los otros independientes, más vale que tiren el arpa y vayan a casa a descansar. Aunque la tesis de El Bronco, de aplicar la Ley Sharia de los fundamentalistas, de mocharle la mano literalmente al pillo funcionario que robe, fue repudiada pero tuvo más memes que nadie, algunos la aplaudieron. No se acaba la violencia con más violencia. Y ya surgió por ahí un ejemplo y dejaron un mensaje de la propuesta de El Bronco. Todos andan como pepita en comal. Anaya engallado reta al Ruso a un debate cara a cara, frente a frente. No encontrará respuesta, Andrés Manuel vive encantando en la cresta de la ola con el mayor respaldo que jamás ha tenido en los últimos 20 años un candidato a la presidencia, casi el 50%, resultado del hartazgo en que vivimos. Y lo que comentaron algunos, faltó la edecán del tiempo que a Quadri se le pusieron los ojos y la cabeza como a la Linda Blair del Exorcista. Ah, después de eso Netflix acaparó la serie de Luis Miguel. Sin duda.

LOS CAMINANTES (JULEN REMENTERTIA/CHAHIN)

En la peatonal calle Madero, al salir de mis oficinas escuché una algarabía. Venían juntos los dos candidatos, uno al Senado, Julen Rementeria, conocido en Veracruz como Julen Tementiria, jarocho y trovador de veras, el otro orizabeño, Hugo Chahín Maluly, del Emirato. Ambos expresidentes municipales de sus pueblos. Se le reconoce a Hugo en su Administración la puesta del Teleférico, que sube al Cerro del Borrego, gran detonador del turismo. Iba con ellos Guarino Castelán Crivelli, su suplente. Posamos una foto banquetera y nos despedimos. Fórmula que busca el triunfo, con ChikiYunes a la gubernatura por el PAN y PRD y MC. Más tarde tuvieron comida privada en Ciudad Mendoza, con presidentes de los partidos y algunos candidatos y candidatas a diputaciones locales, federales y a lo que se pudiera. Caminarían después por esa zona que un día fue emporio de trabajadores textileros y que, cuando llegó el empresario Juan Mata González (QEPD), le dio vitalidad y la impulsaba para regresarle su grandeza a esa fábrica textilera, que en la época de don Porfirio Díaz se volvió señera. A Juan Mata no le dio tiempo, la muerte se lo llevó, pero esa es otra historia que un día menos pensado cuento.

LA CAIDA (PUNTO FINAL)

Dice la vieja tesis policiaca, que siempre se regresa al lugar del crimen. Dice también otra vieja tesis médica, que donde sufres un tropezón hay que regresar para que no vuelva a ocurrir lo mismo, porque el hombre es el único animal que siempre se tropieza dos veces con la misma piedra, decía Kamalucas, un filósofo de mi pueblo. Cuando me caí de la nube en que andaba, me interné y pasé una noche en el chequeo, a ver si mi coco no había tenido algo por dentro. Nada. A la mañana siguiente abandoné el hospital y me fui a casa. Armé un alboroto porque en ese lapso me hablaron varios amigos, que ahí también se habían caído, entonces me liberé, no fui el único despistado que ahí cayó. Era un problema de la rampa que Hugo Chahín corrigió, al ser socio de esa plaza Valle. Le di los nombres de los caídos en combate callejero, para que vieran que no era rollo mío. Más de 500 y pico de amigos facebookeros comentaron algo. Que si intenté hacer la chilena de Cristiano, que si fue un plátano del resbalón. Defendí mi tesis porque no es rampa para gente con capacidades diferentes, es decir, los dos sitios son lo mismo, la peatonal de uno y la de capacidades diferentes. Habían, me imagino, metido una pintura de aceite muy resbalosa y cuando llovía, como esa vez, era una rampa con jabón. Patinaban todos. Bueno, me dicen que las arreglaron todas y aunque lo hayan hecho las evado, como les cantaba Pedro Infante: Pasaste a mi lado, con gran indiferencia. Una semana después regresé, enfundado con unos zapatos nuevos Skecher antiresbalosos, o antimadrazos, que por cierto son caritos en comparación con los de Mc Allen, me enfundé de mi par y fui al mismo sitio y me tomé dos fotos, o tres, o menos, diría Peña Nieto. Cierro el capítulo de mi caída. Esperando no haya una más en mi vida. Más que cuando venga la muerte, y si pisa mi huerto espero sea sin violencia ni tropezones, comodito en mi camita.

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