*La radio marca los minutos de la vida; el periódico, las horas; el libro, los días. Camelot.

AQUELLOS AÑOS DE RADIO

La estación de radio XEJF cumple 62 años de estar al aire. Inaugurada en el año 1956. En un pueblo sin mar y sin cines, ahora, Tierra Blanca. Allí abrevé mis primeros años de mocedades, allí aprendí de música y del trabajo, mi primer sueldo lo cobré ahí, entre las tareas escolares de la secundaria y el trabajo que da constancia y placer. Allí conocí de música, lo que hoy me hace ser casi musicólogo de petatiux, allí escuché y descubrí en 1962 Love me do de los Beatles, allí supe de Sinatra y de la banda de Tommy Dorsey. Era una estación solo de música. No existían noticias ni cosas sociales, Aún no nacía Ana María Vela, la conductora estelar del noticiero. Y mis vivencias me llevan a recordar a aquellos tres viejos locutores: Armando Rosas Pavón ‘El Corcho’, Alberto López Cosio, duro dirigente sindical de voz engolada y Rivas. Con esa tercia, y mi padre, Enrique Haaz Pavón al frente, gerente y en aquellos tiempos eran todólogos. Hacían operar la radio; si faltaba el que cobraba, él lo hacía, si el ingeniero que venía de Veracruz, tardaba, aprendieron de cambiar bulbos y meterle la mano al transmisor, que lo cuidaba en la carretera el viejo don Pepito. Así se hizo la radio de aquellos tiempos. Donde no había casi nada. Solo imaginación y trabajo. Mucho trabajo. De periódicos, Excélsior y la revista Siempre. La televisión nacía en blanco y negro del primer Azcárraga, y los juegos del Mundial de Chile los veíamos por videotape, un día después porque Telesistema Mexicano enviaba la unidad cuyos juegos los narraban Paco Malgesto y Fernando Marcos, y al avión metían las cintas para que los viéramos un día después.

THOSE WERE THE DAYS

Esos fueron los días, mi amigo, diría esa canción. Allí aprendí a operar los controles de cabina, mi voz era pequeña, de niño, y aun no podía entrar a los micrófonos, pero en cuanto se pudo qué me duró. De allí a seguirle a las comunicaciones sin abandonarlas nunca hasta llegar ahora a la escritura, que también es otro medio de comunicación. Allí viví parte de la historia, cuando la huelga ferrocarrilera en Tierra Blanca (1959), hizo que llegaran Demetrio Vallejo y Valentín Campa, dos dirigentes muy izquierdistas, pero honestos. Allí constaté cuando las esposas de los maquinistas se tiraban como Adelita atravesadas entre las vías, para que sus maridos no se atrevieran a echar a andar esas máquinas de vapor. El conflicto era grande. El país se tambaleaba, el presidente López Mateos aplicaba la Cuauteminha. Luego los mandó encarcelar. Detener. El delito, aparte de ataque a las vías de comunicaciones, era Disolución Social (¿what?). El único medio de comunicación era la radio y a las oficinas una mañana llegó ante mi padre un militar mal encarado del Ejército Mexicano, a ponerse a sus órdenes, pero más bien iba a ordenar. Los boletines que se radiaban, pasaban primero por sus manos. Una censura total. Fue un toque de queda disfrazado. Los locutores en un predicamento, porque ellos, al igual que mi padre, trabajaban en esos ferrocarriles. Y los compañeros en la huelga, ni modo de no apoyarlos. Viví la intensidad de las incipientes comunicaciones. En esa radio escuché aquella pelea de box del Ratón Macías, contra Alphonse Halimi. No había tele en directo. Tantas historias se nos dieron. Tendría tantas historias que contar que alcanzaría para un libro. Por esas mismas ondas de radio supimos cuando un locochón llamado Lee Harvey Oswald, disparaba contra el presidente Kennedy, en Dallas. Teoría de la conspiración que luego cambió. Los noticieros nocturnos de televisión, en Telesistema, mamá de Televisa, el Jacobo Zabludovsky de aquella época lo era Ignacio Martínez Carpinteyro, en un noticiero nocturno que patrocinaba la Mercedes Benz, el muy mamila se iba cerrando el ojito al terminar el noticiero. Chulada.

LOS OTROS TIEMPOS

No había violencia en las calles. Tomábamos agua de la llave y la embotellada ni sus luces que existiera. Una vez al año nos desparasitaban (purgaban) en el Centro de Salud. Aparte nos ponían a tomar la mugre esa llamada Emulsión de Scott, que sabía más fea que la derrota del América (para los que son americanistas), amarga y fea, al tomarla nos daban una rebanada de naranja, hoy viene en sabores. La radio cumplía cada año una fiesta para el pueblo, llegaban grandes artistas, los aniversarios eran grandiosos, los famosos Joao cada año daban su música. Ahora ha sido una hazaña que lograra sobrevivir, con el esfuerzo y trabajo de muchos que allí lo han logrado, y que son muchísimo que ahí conservan su fuente de empleo. El primer gran esfuerzo de mi padre, Enrique Haaz Pavón, y un grupo de pequeños colaboradores, rindió frutos hasta estos, 62 años después. Y que vengan otros años más de la XHJF, ahora en FM.

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