EL AÑO DEL PASTEL
NORMALMENTE, al año en que se termina un sexenio, suele llamarse el año de Hidalgo, por aquello de que siempre se piensa que no hay funcionario público que deje algo, sobre todo, de aquellos que tienen en sus manos el manejo de recursos públicos y que, por alguna razón, desvían para poder llevarse algo al bolsillo de todo eso que supuestamente administran con transparencia.
Pues ahora es cuando se ha comenzado ya a especular sobre estas acciones, después de que por varios años, o dos, como en el caso de Veracruz, se termina una administración pública.
Pero resulta que ya no le quieren llamar el año de Hidalgo, a esta posibilidad de que muchos de los recursos públicos, desaparezcan misteriosamente, sino que han buscado otra denominación y es por eso que se ha dado en llamar al final de estos gobiernos, tanto a nivel federal como estatal, el año del pastel, porque se dice que también es común que haya un reparto, no precisamente equitativo, pero sí con varias partecitas que benefician a todos, principalmente, a aquellos que han tenido en el ejercicio gubernamental, una misión importante.
Sea como sea, año de Hidalgo o año del pastel, lo que se quiere significar siempre es que al concluir un gobierno, como ha sucedido en el pasado, todo mundo se lleve hasta el propio cesto de la basura, lo que sucede con anticipación, pues al ir desocupando escritorios y espacios de trabajo, se van también muchos de los bienes, que, incluso, no son de los funcionarios que estuvieron al frente de una responsabilidad, sino que pertenecen al Estado, y consecuentemente, a todos los veracruzanos.
Surge este comentario, porque ya se ve la otra orilla de las administraciones estatal y nacional, por lo que, haciendo cuentas, solo faltan seis meses y medio, aunque muchos ciudadanos quisieran que el tiempo volara y que faltara menos tiempo para ver renovadas las autoridades del país y del Estado, porque aunque usted no lo crea, por primera vez, en México, hay un estado de inseguridad y de pocas probabilidades de subsistir por la falta de empleo y por aquellos ocupaciones bien remuneradas, porque las condiciones económicas en que esta terminando este gobierno, en las dos esferas de competencia, son críticas y difíciles, al parecer, de superar en lo que resta del tiempo de administración nacional o estatal.
Todo mundo piensa siempre en la esperanza de que haya un mejor destino y ese es el que esperan miles de mexicanos, entre ellos, más de los ocho millones de veracruzanos, que ya no ven la suya, como se dice popularmente.
De ahí que, aunque se presente el fenómeno social del año de Hidalgo, o bien el año del pastel, pues en ambos casos, se trata de un reparto de lo que queda en las arcas, lo que importa es que los ciudadanos quieren ver un nuevo amanecer en el gobierno, pues de una nueva administración siempre se espera que haya mejores condiciones para los habitantes en general de este país o de este Estado, según sea el caso.
Y aunque mucho se ha criticado y llamado la atención por cuanto corresponde a la corrupción, nada quita de pensar, entre la gran mayoría de mexicanos, que al final de estas administraciones, siempre habrá nuevos ricos y aquellos que ya lo eran, seguramente, pudieron multiplicar su capital.
En fin, que todo mundo quisiera que esto fuera solamente un recuerdo del pasado, pero no, hay en la percepción general, de que esta practica sigue siendo la misma en el presente y que, de alguna manera, las arcas del erario nacional o estatal, pudieran ser atracadas, dejando, solo lo indispensable para taparle el ojo al macho.
El año de Hidalgo o del Pastel, ya se va concretando conforme pasa el tiempo y ojalá que esto no tuviera nada que ver con la realidad, y que los gobiernos, pudieran trasparentar sus acciones para dejar al pueblo satisfecho, tanto por las obras realizadas como por el respeto hacia los recursos que tiene el Estado, y que se quedan para ser utilizados en mejores proyectos y programas de trabajo.
Y se cree que esta es la tarea de los gobiernos que están por dejar el poder, porque ya son tiempos distintos, donde algunos de los saqueadores del pasado, ya se encuentran detenidos y están siendo juzgados, por lo que hacer lo mismo sería prácticamente incongruente con todo lo que se ha dicho y se ha llevado a cabo durante las administraciones que están por terminar.
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LA FUERZA DE LAS PALABRAS, la razón de los diálogos y los acuerdos pactados con calma, hacen a las personas diferentes y hasta se llega a consolidar un compromiso de unidad en torno a cualquier problema que como tempestad se viene encima.
Eso es lo que se especula respecto a los mandatarios nacional y estatal, aunque de diversas siglas, que esta sucediendo entre el Presidente Peña Nieto y el Gobernador Yunes Linares.
Resulta que hay una tempestad de por medio y que ésta se llama Andrés Manuel López Obrador, donde se teme que tanto a nivel nacional como estatal, se pueda posicionar de ambos territorios, donde ahora mandas estos dos gobernantes, que si bien tuvieron sus pequeñas diferencias, éstas no pueden estar por encima de los grandes intereses que tiene la nación como el Estado.
De ahí que bien se dice que Yunes Linares, le bajó más de dos rayitas a su discurso reciente pronunciado frente al Presidente, además, del tiempo que se llevaron dialogando en un sobrevuelo que tuvo que terminar, seguramente, en acuerdos necesarios para proteger los intereses personales y del propio país, porque la tempestad de la que hablamos abarcaría, necesariamente, a las dos esferas de poder.
Pues bien, hay, por fin, un entendimiento, aunque parece ser que se da muy tarde, pero como la esperanza, es lo que siempre queda, hay una posibilidad de que en unos días las cosas comiencen a tomar otro rumbo para favorecer la política estatal y nacional, aunque también mucho se dice, que en lo electoral, no hay cambio ni compromisos, sino que cada quien hará lo suyo para mantener fuera de la tempestad, al país y al Estado.
Como quiera que sea, parece bueno y viable este acuerdo, pues solamente, tienen que ponerlo en practica, antes de que, en verdad, la tempestad arrecie.
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QUE BUENO QUE ENTRE TANTOS problemas políticos, descalificaciones de todo tipo y hasta constante ataques políticos que tiene, sin duda alguna, dirección al proceso electoral, se reconozca que el gobierno federal, sí hizo por Veracruz, lo que tenía que hacer y que de esta manera, se han cumplido compromisos importantes para todos los veracruzanos.
Y esto tiene aún más valor, cuando quien lo dice y reconoce es el propio mandatario estatal, que a pesar de venir de distintas siglas políticas, cuando menos en el presente, porque en el pasado, el Gobernador del Estado, fue un destacado priista que defendió las siglas tricolores a capa y espada, por lo que mucho significa para el mandatario nacional, que haya, por fin, una luz de esperanza en los acuerdos de ambos gobernantes.
En fin, que las cosas, en medio del proceso electoral, tomen forma y se caractericen por hacer una relación más civilizada y no de encontronazos políticos que a nada llevan. Algo similar debería hacerse en lo local, entre el Ayuntamiento y el Gobierno del Estado.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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