El día del debate presidencial del 22 de abril un despacho de amigos, que me piden no mencionar su nombre, realizó un estudio de casos de carácter antropológico, para ver cuál era la reacción de las familias y sus integrantes.
Se eligieron familias simpatizantes de Morena, PRI, PAN, PRD, MC y también de indecisos. Viven en Nuevo Laredo (norte), Guadalajara (occidente), Querétaro (centro), Oaxaca (sur) y Ciudad de México (capital).
Los investigadores vieron el debate con las familias, hicieron preguntas durante el desarrollo del mismo y al final usaron la metodología de los grupos de enfoque para ver qué pensaban de los candidatos. Del conjunto de los comentarios se deriva que:
Margarita Zavala. Produce una decepción generalizada. Se le ve que duda y está confundida a la hora de hacer sus propuestas. Al hablar se traba y la imagen es de una novata. No se le ve como independiente.
Jaime Rodríguez. Es una revelación para quienes no lo conocían. Se le ve como abierto y cercano a la gente. Y también como alguien confiado en sí mismo y con fuerza. No consideran que pueda ser presidente. Se le asume como independiente.
José Antonio Meade. Se le reconoce capacidad y experiencia. Estos atributos se desvanecen porque se le ve como alguien que recibe órdenes y está manipulado. Es, dicen, un defensor del PRI y el presidente. No lo ven presidenciable y sí como secretario de quien gane.
Ricardo Anaya. Sorprende a quienes lo conocían sólo de nombre. Se le ve como firme, decidido, capaz, claro e inteligente. Se dice ganó el debate porque tuvo el mejor desempeño. Su estilo político es nuevo y está lejos del panismo tradicional. Se preocupa por los pobres. Tiene cualidades para ser presidente.
Andrés Manuel López Obrador. Sus simpatizantes reconocen su mal desempeño en el debate, pero lo explican como una estrategia de campaña. Van a votar por él. Quienes no simpatizan lo ven como cansado, débil y confundido a la hora de argumentar. No es un buen orador y no sabe debatir. Es bien intencionado.
Después de ver el debate, los integrantes de estas familias se quedan con la “sensación” de que la contienda ya sólo es entre Anaya y López Obrador. Dicen que los demás son “ornamentales”. Les gustaría una confrontación de ideas y propuestas sólo entre ellos dos.
Lo que piensan estas familias de clases medias coincide, en buena medida, con lo que sostienen políticos, académicos, comentólogos y periodistas. El acceso directo a la información —20 millones vieron el debate— permite que la ciudadanía haga su propia valoración de los sucesos.
Supongo que los equipos de campaña de los candidatos tienen estudios semejantes a éste y que para el debate del 20 de mayo los van a tener en cuenta. Estoy convencido de que los estudios de carácter antropológico ofrecen una información más profunda y sólida a la de otros enfoques.
Twitter: @RubenAguilar