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La Jornada

En las primeros minutos del 5 de junio, después de festejar su triunfo en las elecciones primarias de California, inyectando optimismo en las filas demócratas de que el país habría encontrado al líder que podría generar unidad en un país dividido por conflictos de raza, desigualdad económica y guerra, Robert F. Kennedy fue asesinado.

Dos meses antes otra figura nacional, el reverendo Martin Luther King, había sido abatido por balas de un asesino y ambas tragedias sacudieron al país y marcaron un año como ninguno antes o después en este país: 1968, hace 50 años.