Por Ramón Durón Ruíz (†)
Hay una historia que me parece formidable y HOY parafraseo para usted: “Había una vez un rey que tenía cuatro esposas. Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás, la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Amaba mucho a su tercera esposa, siempre la exhibía en los reinos vecinos. También amaba a su segunda esposa, era bondadosa, considerada y paciente con él. La primera esposa era una compañera leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca; pero, aunque ella le amaba profundamente, él apenas se fijaba en ella.
Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo, caviló: ‘Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero cuando muera, estaré solo’. Le pregunto a su cuarta esposa: ‘Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a ser mi compañía?’. ‘¡Ni pensarlo!’ Contestó y se alejó sin decir más palabras. La respuesta penetró en su corazón como un cuchillo filoso.
El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa: ‘Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?’. ‘¡No! Contestó, ¡la vida es demasiado buena! ¡Cuando mueras pienso volverme a casar!’
Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío. Entonces preguntó a su segunda esposa: ‘Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?’. ‘¡Lo siento, no puedo ayudarte! Contestó ella, lo más que puedo hacer por ti es enterrarte.’
Su respuesta cayó como un relámpago estruendoso que devastó al rey. Entonces escuchó una voz: ‘¡Me iré contigo y te seguiré dondequiera tú vayas!’ El rey dirigió la mirada en dirección a la voz y allí estaba su primera esposa. Se veía delgada, sufría de desnutrición. Profundamente afectado, el monarca dijo: ‘¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!’
En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas. La cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuánto tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejará cuando muramos. La tercera esposa son nuestras posesiones, condición social y riqueza. Cuando muramos, irán a parar a otros. La segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa cuánto nos hayan apoyado, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro. La primera esposa es nuestra alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda del poder; sin embargo, el alma es la única que nos acompañará dondequiera que vayamos. ¡Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora! Es el más grande regalo que puedes ofrecerle al mundo. ¡Hazla brillar!”1
Esas escuelas de amor y sabiduría que son las abuelas de Güémez, me han enseñado que una de las formas más sencillas de cultivar nuestra alma y hacerla brillar, es siendo agradecidos. Cuando somos humildes y tenemos gratitud con todos los bienes que la vida nos da por pequeños que parezcan, estaremos abiertos a recibir la abundancia de dones que el universo tiene preparados para nosotros.
Dar las gracias desde el fondo de tu alma empodera tu existencia y qué mejor que un viejo proverbio chino para reflexionar en ello que reza: “Cuando bebas agua, acuérdate de la fuente.” Por supuesto que la fuente es Dios, el Universo o el Ser Supremo a quien atribuyas las maravillas de la creación y la perfección con la que fuiste creado. Tristemente hemos olvidado dar las gracias por el pan nuestro de cada día y por la salud, por la educación y la familia, por el trabajo y el techo, y por qué no, hasta por los conflictos, que son oportunidades para crecer.
Te invito a que en un acto de recogimiento espiritual, que tus primeras palabras sean de agradecimiento al Señor por el milagro de la salud, por la bendición del techo, de la familia, del trabajo, del pan de cada día, etc., que la mejor manera de bendecir tu vida es siendo agradecido.
Hay hombres que llegaron a esta vida para quedarse y uno de ellos es sin duda alguna Steven Paul Jobs, empresario y magnate de los negocios del sector informático y de la industria del entretenimiento estadounidense, conocido como Steve Jobs, que a su paso por esta vida traslucen luz; igual es su fraseología: “La innovación es lo que distingue a un líder de los demás”, “No hemos sido los primeros, pero seremos los mejores”, “Estoy tan orgulloso de lo que no hacemos como de lo que hacemos», “Ten el coraje de hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición”, “La mitad de lo que separa a los emprendedores exitosos de los que no triunfan es la perseverancia”, “Preocúpate por la calidad de tus productos, mucha gente no está preparada para la excelencia y sorprenderás”
Hablando de gratitud, si usted me pregunta porque el viejo Filósofo admira a Steven Paul Jobs, la respuesta es sencilla, porque gracias a él -y a otros más- mi generación y las que me anteceden tenemos el gozo de decir que:
“computas en la mañana,
computas al mediodía,
y en todo lugar…
computas a toda hora”
1. Las 4 Esposas/www.pensamientospositivos.biz/postales/…/las-4-esposas.html –
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