Que la lengua se me haga chicharrón.
Soy nacionalista al 200%, que ni duda quepa. Soy capaz de meter las manos al fuego por mexicanos como Javier Hernández y Miguel Layún, de esos mexicanos necesita este país. Y ¡claro que creo que hay que pensar en cosas chingonas!, como bien dice el Chícharo, pero este proceso de la selección mexicana no ha sido como para pensar en grande.
Ningún mérito tiene la clasificación de nuestro seleccionado en una zona como la de Concacaf. Esta confederación futbolística es la más mediocre, perdónenme la salvajada de expresión, pero salvo algunas escasas y honrosas excepciones, el fútbol que se juega en esta zona es de un ínfimo nivel. Luego entonces, la clasificación a un Mundial es cosa de niños.
Alguna vez, cuando le tocó a Ricardo Lavolpe dirigir al seleccionado mexicano cuando estaba buscando su pase a la justa mundialista de Alemania en el 2006, una vez le preguntaron que cómo veía las posibilidades clasificatorias de México para ese Mundial y, categórico, contestó que “la clasificación la iban a lograr y caminando”. Pues tenía y tiene toda la razón el argentino, el nivel de México para la zona es infinitamente superior al de todos los equipos que la integran geográficamente hablando, con las excepciones de los Estados Unidos, Costa Rica y, con muchos asegunes, de Canadá y Honduras, pero de ahí en fuera amateurismo puro.
Entonces, es o cuando menos debería ser pan comido para cualquier entrenador del combinado tricolor despacharse y en primer lugar la clasificación pre mundialista. Y con esto lo que quiero decir después de ver caer estrepitosamente a México frente a una selección muy básica como la de Suecia (0-3), es que el “profesor” Juan Carlos Osorio, lo único que hizo fue venirnos a vender cuentecitas de vidrio al librar casi con 10 el proceso clasificatorio al presente Mundial, y derrochar las etapas de preparación de la selección con una teoría futbolística que no pasa de ser un experimento que estaba visto que no iba a dar buenos resultados.
Por ejemplo, Chile que nos clavó 7 goles en la pasada Copa América se está viendo que no fue un accidente como lo llegó a comentar el colombiano; tampoco el 4 a 1 que nos recetó Alemania en la Copa Confederaciones del año pasado. Este equipo, el que en mal momento le dieron a dirigir a este colombiano más chiflado que una cabra, está constituido por la generación más brillante de futbolistas que este país ha dado desde hace más de 100 años que los ingleses lo inventaron. A mí que no me digan y que no me cuenten que los equipos de antaño de México eran mejor que éste, aquellos eran todo pundonor, coraje y entrega, pero técnica, física y mentalmente eran muy limitados. Perdón, pero no me vayan a patear, pero esos equipos, incluidos por supuesto el de México 70 y el de Argentina 78, y de ahí para atrás, eran selecciones que daban ternura por inocentes, con todo y el “Cincocopas” la Tota, el “Chalo” Fragoso y mi admirado Fernando Bustos.
Pero esta generación de chavos es otra cosa. Física, mentalmente y en el dominio del balón están muy por encima de otras generaciones de futbolistas nacionales, con todo y que antes ya tuvimos a un Hugo Sánchez, a un Luis Hernández, a Manuel Negrete, a García Aspe y a Luis García. Este equipo mexicano era para que lo hubiera dirigido y con mejores resultados –apuesto doble contra sencillo- un entrenador de la escuela Lavolpiana, el mismo argentino o el “Piojo” Herrera. Estos chamacos, y perdónenme si me pasó en mis juicios tácticos, pero era para que en los últimos tres años los hubieran puesto a machacar sobre un esquema táctico que les hubiera permitido dominar un estilo de juego casi por nota.
Ya pasó lo peor y de qué manera. Ahora vamos en octavos contra la muy poderosa selección de Brasil que, solo espero, no nos vaya a anotar más de cuatro. Me conformo con un decoroso 2 a 1 y hasta un 3 a 2, pero ya si nos clavan cuatro o más eso sí va a ser el acabose. Qué pena cuando muchos pensaban que nos íbamos a comer al mundo a puños, aclaro que yo no, ya lo dije, a mí que no me vengan con discursos optimistas, de esas películas ya he visto muchas con los mismos espantosos resultados de siempre. Mire usted, hay derrotas amargas que sin embargo acaban gustando a miel, verbigracia las últimas en Campeonatos Mundiales que hemos sufrido ante Alemania, Argentina y Holanda, algo fallo pero al final queda aquello de que le pudimos ganar a esos gigantes futbolísticos.
Termino esta columna con un fragmento del cántico que Joaquín Sabina dedicó al equipo de sus amores, el Atlético de Madrid, tararéenlo pensando en la selección de México: Qué manera de aguantar, qué manera de crecer, qué manera de sentir, qué manera de soñar, qué manera de aprender, qué manera de sufrir, qué manera de palmar, qué manera de vencer, qué manera de vivir, Qué manera de subir y bajar de las nubes, ¡qué viva mi Atleti de Madrid!
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