El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no es un partido en el sentido estricto de la palabra. No tiene una ideología precisa y un programa claro y definido, no se identifica con un sector del electorado en lo particular.
Morena es un conglomerado de fuerzas políticas, grupos sociales y personas en lo individual de origen social diverso, con historias y pensamientos muy distintos. No los une un proyecto específico. Si discutieran entre ellos lo más seguro es que nunca se pondrían de acuerdo.
En Morena (su coalición) tienen cabida fuerzas políticas de la extrema derecha como los integrantes del partido evangélico PES, que ahora perdió el registro; de un partido como el PT que se dice de izquierda y de los propios militantes de Morena, que también se asumen de izquierda, aunque nunca insistan en eso.
También participan militantes de partidos que los dejaron semanas atrás y otros ya hace años. En Morena se han integrado militantes del PRD, de centro-izquierda; del PRI, de Centro; del PAN de centro-derecha y también del PVEM que no tiene ninguna ideología.
Se han incorporado líderes sindicales y sociales que tienen alguna base y otros que sólo cuentan con su nombre. Hay también ciudadanos a título personal y entre ellos hay empresarios, académicos y funcionarios.
Esta amalgama de ideologías y pertenencias se asemeja mucho a la que tuvo el PRI en sus mejores años. En ese partido estaban representadas todas las ideologías y todos los grupos sociales. El presidente en turno, cabeza de la Presidencia Imperial por seis años, era quien mejor podía reunir toda esa pluralidad.
La actual configuración de Morena es una organización en la que todas las ideologías tienen lugar. Conviven empresarios ricos, muy ricos, con las clases medias y los pobres. Los que se dicen de derecha, de centro y los que se asumen de izquierda.
Los muy distintos integrantes de Morena no se unen en torno a un programa o a principios sino a una persona, su líder, el ahora virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Él, en su condición de caudillo, garantiza la unidad de esa diversidad.
Así es porque los morenistas de antes es un partido muy joven, y los morenistas de la última hora aceptan el liderazgo incuestionable de su líder. Ellos, sin excepción, lo avalan como caudillo. Eso mismo sucedía cuando el presidente de la República era del PRI y eso incluso ahora que su figura está muy debilitada.
El 1 de diciembre, cuando López Obrador asuma la Presidencia, se verá si la forma de ejercer su liderazgo será semejante al de los presidentes de la República del PRI o habrá algún cambio. En sus 12 años como candidato, fundador de Morena y ahora como virtual presidente electo ha ejercido el liderazgo propio del caudillo.
Twitter: @RubenAguilar