Ramón Durón Ruiz (+)

Alma –dice la joven en edad de merecer– no quiero casarme con el Simpliano. No cree que exista el infierno.
— No te preocupes mija, tú cásate con él, ya verás como yo le demuestro… ¡Que si existe!
Lo anterior, es una pizca del humor del mexicano, pleno de la sabiduría, picardía, fina ironía y sentido de vida, de nuestros personajes populares.
En cada uno, encarna el sino del colectivo social, en la suma de todos ellos, se instaura el rompecabezas del ingenio del pueblo, las raíces y entrañas mismas de las comunidades a la que representan, con el sentido común a flor de piel, con su desaforada agudeza, perspicacia e imaginación, nos ayudan a apreciarnos ante el espejo de la vida y reconocernos como iguales ante la muerte, en ellos está lo mejor de lo que es nuestra tradición oral y gnosis popular.
Los personajes populares amorosamente atesoran, construyen y trasmiten el conjunto de elementos materiales, filosóficos y espirituales, llenos de la visión cosmogónica que los abuelos les enseñaron a través de los cuales, por una parte interpretan el desarrollo de la vida y por otra, construyen un mundo que a la vez que nos impresiona… nos cautiva.
Ellos están armonizados con el universo, por eso tienen la magia de ir más allá de los vericuetos del tiempo y de los entresijos del poder, se les aplica el fragmento del Extracto de Proverbios y cantares (XXIX) del poeta Antonio Machado: “Caminante no hay camino…se hace camino al andar…”
Personajes populares que son el santo y seña de veneración a la vida y de respeto a la muerte:
Voces que detallan el dolor y la sana alegría del pueblo;
Música que le canta a la vida o al amor, al engaño o a la partida;
Poesía que surge en la frescura del altiplano o la montaña, del desierto o la llanura;
Teatro que abre zanja para llegar hasta la raíz;
Escuela que enseña a luchar y soñar con una vida mejor.
Los personajes populares son escuela de vida que encarnada como amas de casa, poetas, cantantes, obreros, campesinos, profesionistas, periodistas, nos dejan muchas enseñanzas.
Uno de ellos lo fue Don Antonio Sáenz de Miera y Fieytal, que desde la ciudad de Puebla se convirtió en un personaje con dimensiones nacionales por su excepcional calidad humana, don de gente, sencillez y carisma.
En el periodismo se inició como reportero y articulista de las fuentes de sociales y policía del DIARIO DE PUEBLA, de ahí inicio una carrera que lo llevo a fundar y dirigir revistas, ser jefe de redacción, subdirector, editorialista, más tarde en el servicio público creador del concepto “Jefatura de Prensa y Relaciones Publicas” en la SRH y en varias dependencias del gobierno federal en distintos sexenios.
Don Antonio, en su calidad de Presidente de la Asociación Mexicana de Periodistas instituyó por primera vez el CERTAMEN NACIONAL DE PERIODISMO, el cual ha sido punta de lanza en la vida periodística de México, que ha tenido la buena ventura de reconocer a cientos de hombres y mujeres que desde el teclado, honran el oficio periodístico.
También hizo posible en la Ciudad de México la realización de su gran sueño: La creación del primer Asilo para los comunicadores de la tercera edad “Posada del Periodista”, único en América; y de igual manera trabajó para el surgimiento del “Museo del Periodista”, así como el otorgamiento de becas en periodismo y otras ramas educativas. Recientemente el gobierno de Puebla le hizo un justo homenaje, haciendo un evento y develando una espectacular estatua en su honor en el patio central de Casa Aguayo.
Don Antonio fue un hombre que llegó a esta vida a servir, sabio consejero, natural sembrador de amigos, hábil conciliador, líder natural que lo convirtieron en un personaje querido y bien recordado del Periodismo Nacional; además tenía la virtud de gozar del buen sentido del humor.
A propósito, “el jefe de redacción de un periódico llama a un periodista para llamarle la atención.
— Mire jovencito, no quiero que en sus notas use la expresión «más mejor», en su lugar escriba: «mucho mejor»
—Y ¿por qué, señor? pregunta intrigado el joven periodista.
— Po’s, porque suena… ¡MÁS MEJOR!”
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