Todos los caminos llevan a la Colonia Roma en la CDMX. Desde el 2 de julio el peregrinar de los que padecen tiene otro santuario: la casa, convertidas en lugar de procesión de todo el que tiene fe tras largos alos de padecimientos. «Te traje mi currículum a ver si hay algo». «Me despidieron injustamente». «Necesitamos agua». «Préstame 200 mil pesos y te los pago». «Te traigo una fórmula secreta para alimentar al pueblo». «Condenaron a mi hijo injustamente». «Estoy embrujado», son algunaa de las peticiones. Uno más, José Acosta, solicitó 400 mil pesos para devolver en ambulancia aérea a su hermano Gilberto, moribundo con parálisis cerebral en Pennsylvania. La nota es de Jorge Ricardo en «Reforma».