La filósofa española Adela Cortina plantea que “en principio podríamos convenir en qué ejerce el liderazgo quien va a la cabeza en una actividad y es capaz de arrastrar a un número respetable de seguidores, que le imitan, le tiene por referente y de algún modo confían en él”. (El País, 29.05.18)
Esta convención define el papel que entre los suyos juega, también en otros grupos, el ahora presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Un sector muy importante de los que votaron por él y de quienes le son cercanos lo ven como su líder. Es quien está a la cabeza, lo imitan, es un referente y confían en él.
Y añade la catedrática emérita de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia, que un líder “no es sencillamente el presidente de un gobierno o el secretario general de un partido político, porque por mucho que haya ganado el puesto a través del voto, convertirse en auténtico líder es cuestión de autoridad moral, no solo del estatus alcanzado”. López Obrador entre los suyos y quienes lo que votaron es una autoridad y un líder moral. De eso no hay duda.
Cortina, que es doctora Honoris Causa de las universidades jesuitas en México, afirma que “lograr la autoridad moral (…) supone tener olfato para captar las necesidades y deseos del pueblo, incluso para crearlos cuando la gente todavía no lo ha sospechado, y tener arrojo suficiente como para embarcarlos en la empresa de perseguir el sueño diseñado”. López Obrador ha tenido un gran olfato, nadie lo puede negar, para captar las necesidades y deseos del pueblo y también para embarcar a los suyos y los que lo votaron en la empresa de alcanzar el sueño que él ha construido.
La filósofa, directora de la Fundación Étnor, asegura que “los modelos de liderazgo han variado mucho desde la figura del líder carismático, capaz de seducir por su fuerza de atracción personal, a la exigencia más prosaica de que, amén de tener cierto carisma, el líder sea persona competente, bien preparada, eficiente, capaz de generar confianza, con previsión de futuro y entusiasmo, pero también honrada y ejemplar”. ¿López Obrador seduce a los suyos por su carisma personal o por otros atributos? ¿Cuáles de los aquí planteados?
“Los iluminados son peligrosos”, dice Cortina, porque tienden a emplear su capacidad de seducción para manipular las emociones en provecho propio y de su grupo, procedimiento aún más peligroso cuando las redes sociales amplían el poder de la manipulación. Por el contrario, gente con coraje y responsabilidad por el bien común es la que hace falta. Y por eso mismo, líderes que ofrezcan buenos contenidos”. ¿López Obrador como presidente, va a ser un líder iluminado o uno responsable? Es algo que pronto vamos a ver.